Más Rachmaninov y menos ruido

Córdoba

Anoche acudí al concierto de la pianista ucraniana Anna Fedorova, que interpretaba con la Orquesta de Córdoba el Concierto número 2 de Rachmaninov. Y admiré con todos mis sentidos la belleza, olvidando el resto del mundo. Una sublimación del talento humano.

La creación del ruso es un puro viaje por su interior, que se volvió también el de todos nosotros. Por mi mente no pasaron escenas heroicas o cualquier atisbo de realidad. Solo algo más profundo, lo que llamamos el alma humana. No pretendo realizar ningún discurso elitista o minoritario. Solo transmitirles mi sensación. ¿Cómo somos capaces de crear algo tan bello y complejo? Un miércoles, en un teatro público, el Gran Teatro, con una orquesta que afortunadamente también existe gracias al respaldo de nuestras instituciones. Qué maravilla tenerlo a nuestro alcance.

Asistir a un concierto así alimenta el alma. Si hemos creado obras como esta, noches como esta, qué no podrá hacerse. Todo esto pensaba a la salida del teatro cuando me encontré con el ruido.

Un ruido real y social que ha subido de su intensidad habitual esta semana. Odio, insultos, simplezas, violencia y exaltaciones de dictadores en redes sociales y en la calle. Una fotografía bastante deprimente de lo que también podemos ser. Tenemos la capacidad del diálogo para pedir explicaciones, plantear críticas y manifestaciones pacíficas. Pero este ruido hace "toc-toc" a nuestras tripas.

Por eso salí y pensé en cuánto necesitamos a Rachmaninov, a Fedorova, a la orquesta, a quienes crean belleza. En la falta que nos hace salir del ruido y buscar la armonía que nos haga pararnos, conocernos, resituarnos y seguir adelante.