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El "síndrome del quemado" se ceba en Málaga con graves consecuencias físicas y mentales

El "síndrome del quemado" se ceba en Málaga en docentes, sanitarios y trabajadores del sector servicios con graves consecuencias para la salud mental y física

El "síndrome del quemado" se ceba en Málaga en docentes, sanitarios y trabajadores del sector servicios con graves consecuencias para la salud mental y física

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Málaga

El pasado 27 de octubre la Policía Nacional detenía en Málaga a un hombre de 71 años por, presuntamente, haber provocado un incendio en la empresa donde trabajó durante más de 25 años y en la que se almacenan materiales químicos y productos inflamables, el extrabajador, ya jubilado, había amenazado con "quemarlo todo".

En pocas palabras el síndrome del trabajador quemado es un sentimiento de agotamiento, fracaso e impotencia derivado de la situación laboral que tiene consecuencias graves para la salud física y mental.

El también llamado síndrome de burnout hace referencia a la cronificación del estrés laboral. Este se manifiesta a través de un estado de agotamiento físico y mental que se prolonga en el tiempo y llega a alterar la personalidad y autoestima del trabajador. Es un proceso en el que progresivamente el trabajador sufre una pérdida del interés por sus tareas y va desarrollando una reacción psicológica negativa hacia su ocupación laboral.

Hay un mayor riesgo de padecer el síndrome de burnout cuando existe una gran discrepancia entre las expectativas laborales del trabajador y la realidad de las tareas a las que se enfrenta día a día, o existe un ambiente laboral con exceso de tensión, degradado o con relaciones laborales manifiestamente conflictivas.

Los diez principales motivos que desembocan en el "burnout “son la jornada laboral excesiva, la monotonía en el trabajo, el exceso de responsabilidades, los pocos incentivos o sueldo en relación con el trabajo que se desempeña, un clima laboral negativo, la mala comunicación, el acoso laboral, la falta de autonomía y capacidad de tomar decisiones, la sobrecarga de funciones o la falta de medios para desempeñar el trabajo.

Y sus efectos se traducen en agotamiento físico y mental generalizado, una pérdida de energía en todos los niveles de salud con estrés, ansiedad, depresión e insomnio, alteraciones como dolores musculares, migrañas, problemas gastrointestinales y, en el caso de las mujeres, desregulación del ciclo menstrual.

Además, el trabajador que lo sufre adopta una actitud de indiferencia y desapego, reduciendo claramente su compromiso hacia el trabajo, se vuelve más irritable y duro en el trato no sólo en el ámbito laboral y con los compañeros, también en el familiar y entorno social privado.

Y todo esto desemboca en una bajada de la productividad laboral y en una desmotivación que genera frustración y evidencia una ausencia de realización personal en el trabajo con falta de atención hacia las tareas, olvidos frecuentes y una desidia generalizada que nace de la dificultad para concentrarse. Todo ello forma parte de un círculo vicioso que se retroalimenta constantemente porque quien lo padece nunca consigue ser el trabajador que era antes de quemarse y ello el genera mayor sufrimiento, según Sergio Mérida, profesor en la Facultad de Psicología de la Universidad de Málaga:” Primero presenta un agotamiento muy exacerbado, una sensación de fatiga tanto física como psicológica y una incapacidad para llevar a cabo los retos del trabajo que antes sí que veías que podías plantear, en segundo lugar, un bloque de síntomas también encontraríamos a nivel interpersonal, que es una sensación de distancia con las personas con las que trabajas, necesitas separarte de tu trabajo, de las personas con las que trabajas o para las que trabajas y finalmente, también tenemos un bloque de síntomas que llamaríamos ineficacia profesional o falta de realización y es que tenemos que considerar que el trabajo, más allá de la remuneración económica, nos aporta funciones psicosociales como la identidad, como el estatus, un bienestar y ese crecimiento personal se estanca con el paso de los años con un fenómeno psicosocial paulatino de deterioro, de malestar, pero progresivo a diferencia del estrés, que es algo agudo”.

Para Vicente José Martín, adjunto de salud laboral y técnico de esta secretaría en el sindicato Comisiones Obreras Málaga:” Hace falta un esfuerzo político de presionar a las entidades, a las que se les ha dado un puesto, una responsabilidad importante, como definir la contingencia profesional, que son las mutuas, y sobre todo a los entes públicos que deben gestionar esas mutuas… la sociedad en general todavía no ha entendido lo que son los problemas psicológicos. En el mundo laboral es todavía más duro, porque cuando tú le explicas a tu jefe, al dueño de la empresa, al jefe de departamento, incluso a tus propios compañeros que el trabajo te está generando una situación de estrés o ansiedad, lo más fácil es que te digan que eres un flojo y eso lo que hace es que te vas aislando en tu puesto, en tu trabajo. Dejas de comentar a la gente que estás mal, sacas pecho y eres el mejor, intentas ser el mejor. Obviamente cuando paras a comer o te vas al servicio, te vas a llorar y te tomas un ansiolítico”.

Un informe de la Escuela Nacional de Sanidad de la Universidad Carlos III, fechado en abril de este años, señala que el ´"síndrome del quemado" afecta a uno de cada cuatro trabajadores españoles, la Organización Mundial de la Salud lo incluyó en 2022 en su catálogo de enfermedades estimando que afecta al 10% de la población trabajadora mundial aunque va por profesiones, las más afectadas, según el documento de la Universidad San Martín de Porres de 2023 señala que son los médicos, enfermeras y profesores los más afectados.

Tanto para Mérida como para Martín no se pude atribuir la responsabilidad del estrés o del burnout a la persona y va a ser totalmente contraproducente dar herramientas individuales si no vienen acompañadas de un trabajo del contexto, de la parte social, organizativa en las empresas ,esa parte en la cual las personas con responsabilidad y con capacidad de influir en una serie de rutinas, de reuniones periódicas, de un ambiente de respeto, de comunicación, que nos puedan llevar a prevenir estos aspectos y evitar tener a ese tipo de personas en estado de presentismo, que están continuamente en ese puesto de trabajo, pero sin una implicación y sin actitudes realmente positivas.

 
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