Matar a un ruiseñor
Firma de opinión de Marisa Vadillo. Artista y profesora de la Universidad de Sevilla

Firma de opinión Marisa Vadillo. Artista y profesora de la Universidad de Sevilla "Matar a un ruiseñor"
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Córdoba
Este fin de semana se ha producido un entierro y fallecimiento histórico. La fuerza ritual de la Iglesia, su misterio o su sacralidad formal hace que dar sepultura al Santo Padre sea un acto definitivo.
No obstante, este fin de semana —como se pueden imaginar—han ocurrido otros cientos de fallecimientos. Más pequeños, la mayoría anónimos pero que, a pesar de ello, no deben pasarnos por alto.
Me gustaría llamar la atención, en concreto, en uno cuya protagonista sí es algo conocida; una persona que ha tenido un final dramático. Me refiero al de Virginia Giuffree, quien se quitó la vida el pasado 25 de abril a los 41 años dejando a tres hijos (Christian, Noah y Emily) sin madre. Ella es la persona que tuvo la valentía de acusar al todo poderoso Jeffrey Epstein; a denunciar los abusos sexuales que sufrió con 17 años por parte de él y de sus amigos ricos, entre quienes parece que había hasta príncipes, y no precisamente azules. Para ello, fue imprescindible la colaboración de la novia de Epstein (Ghislaine Maxwell), una salvaje. De todo esto hace veinticinco años.
Epstein se quitó la vida en 2019 en la cárcel, donde esperaba el juicio por cargos de tráfico sexual. Su antigua novia, Maxwell, fue condenada a 20 años de prisión en Estados Unidos por su rol imprescindible en estas explotaciones, y Virginia está fallecida tras sobrevivir veinticinco años como víctima de abuso sexual.
Así que, tomándole prestado el título a una película de Tarantino, tan sólo diré ‘Malditos bastardos’.
Marisa Vadillo
Artista y profesora de la Universidad de Sevilla.