Contaminación lumínica
Firma de Opinión de Guillermo Contreras, de Ecologistas en Acción

Contaminación lumínica. Guillermo Contreras
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Córdoba
Cada vez se va extendiendo más entre la ciudadanía el convencimiento de que hay que hacer una transformación radical de las ciudades para convertirlas en más habitables, más confortables y que para ello es imprescindible dotarlas de zonas verdes, arbolado, itinerarios peatonales, zonas exentas de tráfico rodado y de ruido.
A estas reivindicaciones históricas se van sumando otras que resultan imprescindibles para la construcción de entornos amigables: revertir la impermeabilización del suelo, cuidar de las aves insectívoras, poner en valor las hierbas silvestres, tratar al arbolado urbano con cuidado minimizando las podas y haciéndolas de forma respetuosa cuando sea necesario. Respetuosa con el árbol y con las aves que anidan en ellos y que muy a menudo ven interrumpida la crianza por el rugir de la motosierra.
Bueno, pues ya es el momento de empezar a hablar de la contaminación lumínica, la gran olvidada.
Se puede definir como un exceso de iluminación o una iluminación incorrecta por no estar bien dimensionada ni dirigida, alumbrando al cielo o a la copa de los árboles.
La contaminación lumínica afecta a los ciclos biológicos de la fauna, altera pautas de alimentación o apareamiento de aves y de insectos, altera las rutas migratorias de las aves o los desplazamientos de los murciélagos. Pero también tiene efectos nocivos en la salud humana al alterar los ciclos circadianos, debilitar el sistema inmunológico y aumentar el riesgo de sufrir enfermedades crónicas.
Pues eso, que ya es el momento de empezar a hablar de la contaminación lumínica.