Oppenheimer
La firma de Carlos M. López en Hoy por Hoy Jerez
OPPENHEIMER
He vuelto a ver, en una reposición televisiva, Oppenheimer, la oscarizada película de Christopher Nolan de 2023.
La conducta de Japón en la Segunda Guerra Mundial se caracterizó por una agresiva política imperialista, el militarismo y la comisión de numerosos crímenes de guerra, incluyendo masacres de civiles y prisioneros en China y el sudeste asiático. Pero un crimen no justifica otro, ni una injusticia justifica otra. Los actos de venganza están prohibidos por los principios morales básicos y por las disposiciones del derecho internacional.
Las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, más que por razones militares estratégicas, fueron impulsadas por los intereses comerciales de las multinacionales del Complejo Militar Industrial norteamericano, en especial las armamentistas, que cuentan con un lobby permanente en la Casa Blanca. La carrera armamentista (nuclear, convencional y espacial), cuyo presupuesto hoy sigue siendo astronómico, tuvo su punto de partida en Hiroshima y Nagasaki. Lo de salvar vidas americanas fue una excusa cínica e indecente.
Dos artefactos de destrucción masiva cayeron sobre un país prácticamente derrotado. No fue defensa propia, sino venganza en la peor y más cruel expresión del término. Las cifras de víctimas son espeluznantes. Fue un crimen de guerra merecedor de un juicio al estilo de Nuremberg. La ciencia se puso al servicio del exterminio de la humanidad y se creó la industria de la muerte. En ningún momento de la película se muestran los terribles estragos de la agresión atómica.
La película gira sólo en torno a la problemática subjetiva de Oppenheimer envuelta en una sospechosa ambigüedad calculada. Oppenheimer apoyó el lanzamiento de la bomba, no hizo ninguna declaración al respecto y contribuyó a las mentiras propagandísticas para respaldar el ataque nuclear. Según la autorizada opinión de Alex Wellerstein, historiador de la ciencia y experto en armas nucleares, Oppenheimer estuvo involucrado en determinaciones clave sobre el diseño de las bombas atómicas y en las disposiciones sobre su utilización; instó a que se usaran en contra de ciudades y estaba en el comité que decidió dónde se lanzarían las bombas exactamente. Es cierto que luego el inestable físico se opuso al desarrollo de la bomba H y se mostró a favor de un diálogo con los soviéticos para el control de las armas atómicas, lo que provocó su relativa caída en desgracia. Ya era tarde. Oppenheimer jamás pidió perdón, lo que hace dudar seriamente de la sinceridad de sus conflictos de conciencia. Otros científicos se opusieron firmemente al uso de la bomba.
La verdadera víctima de esta historia, que fue la población civil japonesa masacrada en Hiroshima y Nagasaki, no aparece en esta obra cinematográfica.
