Los Baños de Benasque y la iglesia de San Bartolomé, declarados Bienes Inventariados del Patrimonio Cultural Aragonés
Estas catalogaciones reconocen la importancia de estos edificios

Baños de Benasque

Barbastro
Los Baños de Benasque, la iglesia de San Bartolomé y la Casa Abacial, en la localidad de San Vicente, en el término municipal de Caldearenas, han sido declarados Bienes Inventariados del Patrimonio Cultural Aragonés, en reconocimiento a su valor histórico y cultural, según publica el Boletín Oficial de Aragón.
Baños de Benasque
Se ha hablado del posible conocimiento en época romana de estas aguas, aunque no hay constancia de ello. La primera cita documental que se conserva es del año 1522, en la que se describe el uso terapéutico de las aguas.
Se conoce la existencia de alguna pequeña construcción y de algunas bañeras en el siglo XVIII, que serían utilizadas por los vecinos y por algún viajero. La fecha clave para los Baños es la de 1801, momento en el que se construye el edificio. Se sabe que D. Antonio Cornel Ferraz Doz (1745-1821), ministro de la Guerra, convenció a la XIII duquesa de Alba, para que financiara las obras del edificio principal, si bien no hay noticias de que finalmente la duquesa viajara a Benasque. Esta casa, junto con la ya existente, era un edificio cómodo y grandioso construido por los benasqueses sobre las fuentes, con una disposición interior con largos y espaciosos corredores.
A mediados del siglo XIX el Ayuntamiento arrendaba la explotación de los Baños por subasta pública. Según cuenta Madoz en 1871, las instalaciones estaban bien equipadas, aunque añade que el establecimiento ya presentaba algunos signos de deterioro.
Durante la Guerra Civil el edificio fue ocupado por tropas republicanas del Frente Popular que, en marzo de 1938, lo incendiaron antes de huir a Francia, quedando en ruina total, permaneciendo en pie poco más que las fachadas del edificio principal de 1801.
En 1942 el Ayuntamiento de Benasque, habilitó la zona de las bañeras para que pudieran ser utilizadas. En 1958 se firmó un contrato de concesión administrativa, con la condición de que el adjudicatario procediera a la reconstrucción del establecimiento. Posteriormente éste se fue actualizando y ampliando, hasta su abandono en 2019.
El incendio de 1938, algunas remodelaciones y el vandalismo tras el abandono, desfiguraron el inmueble de 1801, pero todavía quedan: las fachadas del edificio principal, los cuerpos del manantial y de los baños originales, las seis fuentes, la lápida que hace referencia a su construcción y reforma, así como la zona de baños con estancias abovedadas del sótano, elementos que todavía recuerdan a aquel balneario esplendoroso del siglo XIX, por lo que se hace necesario preservarlos.
El edificio del manantial es una pequeña edificación de planta rectangular realizada en mampostería concertada y cubierta terminada al exterior con enfoscado de mortero, que manifiesta la presencia de una estructura abovedada en su interior. Es una construcción robusta, solamente rota en el exterior en su fachada norte por un frontón con un pequeño óculo ciego. En el interior está cubierta por bóveda de cañón. Su presencia externa actual puede ser fruto de una actuación realizada tras la Guerra Civil.
El edificio de los baños se encuentra al noreste del conjunto, entre el edificio del manantial y el de edificio principal, y unido a ambos. Su construcción está realizada en mampostería
El edificio principal, construido en ladera, presenta cuatro alturas en la fachada que da al río y una sola planta en el lado opuesto. El nivel inferior, planta sótano, presenta una ocupación menor que la del resto, y constructivamente hace de cripta o elemento para mejor adaptación del edificio a la pronunciada ladera. Mientras la fachada que da al río proporciona la imagen más representativa del complejo, por su tamaño apreciable, sobriedad y sus numerosos huecos ordenados que calan los lienzos, aunque con predominio claro de lo macizo, la opuesta, de una sola planta, es la que daba acceso principal al balneario.
Se trata de una construcción de planta rectangular, cubierta a cuatro aguas, con seis claraboyas en cada faldón largo. La fachada principal, noroeste, está distribuida en tres alturas de vanos, diecinueve en cada una, separadas por impostas, hoy sencillas, en toda su longitud. En el eje central destaca la presencia de dos pilastras molduradas que remarcan, en toda la altura de la fachada, los tres vanos centrales superpuestos. A pesar de que la fachada ha sido revestida hace unas décadas con mortero de cemento, siguen siendo visibles, como ocurriría originalmente, los recercados de aspecto prismático, de piedra bien trabajada, que enmarcan los huecos. Siendo ésta una solución de influencia francesa.
En la fachada opuesta, conserva la puerta principal del antiguo acceso al establecimiento, con la portada de la construcción original, de piedra similar a la de los citados recercados, aunque dando lugar a un trabajo más complejo, que nos evoca al estilo clasicista original que tenía el edificio.
ANEXO II. Medidas de tutela.
Las partes genuinas y características que hay que preservar son:
Los restos de las fachadas originales, en toda su altura, del edificio de 1801.
Las fuentes San Marcial, San Cosme, San Roque, San Juan, San Victorián y Opiladas, incluyendo pilas, caños y piedras con inscripciones.
El cuerpo edificado de baños original con sus bóvedas y bañeras antiguas, lo que quedó de él tras la destrucción que supuso el gran incendio.
El cuerpo edificado del manantial.
Las estancias y pasillos abovedados del nivel inferior del edificio (sótano).
La lápida que hace referencia a su construcción y reforma, situada actualmente en la zona de baños.
Se actuará con criterios restauradores, para devolverlas a su estado original. Por ello, se emplearán técnicas y sistemas constructivos similares a los de su primera construcción. En el resto de los casos, se actuará de manera que las rehabilitaciones, sustituciones o reconstrucciones de otras zonas, armonicen con las partes características conservadas, de forma que aquellas no afecten a la integridad, ni perturben la contemplación de estas.

Iglesia de San Bartolomé. Foto: Ayuntamiento de Caldearenas

Iglesia de San Bartolomé. Foto: Ayuntamiento de Caldearenas
Iglesia de San Bartolomé y la Casa Abacial
La iglesia de San Bartolomé se sitúa a las afueras de la localidad de San Vicente, al sur, sobre un promontorio, junto al cementerio. Adosada, en su lado oeste, se encuentra la Casa Abacial. Ambos inmuebles constituyen una manzana aislada, rodeada de cultivos y huertos, perfectamente reconocible desde el entorno cercano.
El templo es de nave única con ábside semicircular en la cabecera y capillas de escasa profundidad entre los contrafuertes. Originariamente románico, del siglo XII, su nave se reforma en el siglo XVII, cubriéndose con bóveda de lunetos, y se incorporan nuevos elementos, como una torre sobre el ábside, una sacristía en su cara sur, y una casa abadía a sus pies.
Sobre las bóvedas de la nave de la iglesia, se encuentra la estructura de madera de la cubierta, a doble vertiente, a la que se accede desde la torre. El ábside románico está construido en piedra sillar de hiladas regulares, con única ventana en la zona central del tambor. Al exterior no presenta decoración, únicamente un enmarque rehundido. Al interior, la ventana tiene derrame, presenta arco de medio punto que apea en sendas columnas con decoración vegetal, en bajo relieve, de palmetas, tanto en sus capiteles como en las impostas. El ábside, en su cara externa, se corona con un sistema mixto de hilada de piezas de piedra trabajada de poca anchura, dispuestas en esquinilla y, sobre ésta, otra hilada con ajedrezado jaqués. Se unen dos tradiciones decorativas, la del primer románico, con la colocación de las esquinillas, tal como ocurre en Obarra y en San Clemente de Palo, y el ajedrezado difundido a partir de la construcción de la catedral de Jaca, a finales del siglo XI.
El muro de la nave es de sillarejo. La cubierta es de losa de piedra, a doble vertiente en la nave, siguiendo la tradición local. Volumétricamente se destaca el edificio por la disposición de la torre, de base cuadrada, construida sobre el ábside. Los muros de la torre son de sillarejo, salvo las esquinas y vanos que son de piedra sillar. Tiene dos cuerpos, el primero se ilumina con ventanas rectangulares y el segundo es el cuerpo de campanas, con una abertura, a cada lado, de arco de medio punto. Se accede por una escalera exterior de obra, en el muro norte, que llega hasta la altura de la cubierta del ábside. Interiormente, la torre pudo tener una función de estancia, debido a la presencia de una ventana con asiento. La disposición de cuatro saeteras en sus muros, junto a las esquinas, denota también que la torre tuvo carácter defensivo.
En el interior, la iglesia se encuentra enlucida, salvo el ábside y el arco triunfal del presbiterio. La cabecera se cubre con bóveda de horno, con una línea de imposta, de ajedrezado jaqués, en el arranque de la bóveda. La nave es de dos tramos y coro alto a los pies. Los tramos de la nave y el coro se cubren con bóvedas de lunetos. El coro alto se sustenta por una bóveda rebajada. Su acceso se realiza por una escalera de peldaño de piedra adosada al muro norte. Entre los contrafuertes se abren dos capillas en cada lado, de escasa profundidad. Su única decoración es la de un friso de dentículos que la recorre por encima de las embocaduras de las capillas. Los arcos formeros descansan en pilastras que llegan hasta mitad de altura del muro, a modo de
La cubierta de la iglesia, capillas laterales y torre, así como el suelo es de losa de piedra. En el lado sur del ábside se abre una puerta, en arco de medio punto, que comunica con la sacristía. Es de planta rectangular y bóveda de cañón. La puerta del templo se encuentra en el muro norte. Es de medio punto, con una desarrollada rosca de dovelas de piedra, de gran tamaño, perfectamente trabajada. El intradós se decora con dos molduras de toro y una de escocia entre ellas. El arco se protege con una chambrana de piedra moldurada.
La casa abadía responde al modelo de arquitectura tradicional serrablesa. Los muros son de mampostería, rejuntada con mortero de cal, en el caso del cuerpo principal, y sin rejuntar en el caso de los añadidos o anexos agropecuarios. En alguna de las fachadas del cuerpo principal, se conservan revocos de cal. En algún caso, estos son más refinados, presentando dibujos esquemáticos vegetales, realizados con hendiduras practicadas en el mortero fresco que, como el resto de esta obra, son de factura popular. Las ventanas y puertas conservan restos de antiguos encalados, teniendo las del cuerpo principal recercados de piedra con molduras bien trabajadas y alféizares prominentes, igualmente moldurados. En este mismo cuerpo se conserva la chimenea troncocónica original de piedra tosca, que se cubre con doble tejadillo de losa y se corona con una piedra, a modo de espantabrujas. Se aprecia otra chimenea, que pretende ser como la original, aunque es de menor tamaño y puede proceder de la rehabilitación reciente. La puerta es adintelada, con finas molduras talladas, motivo decorativo que se repite en alguna de las ventanas. Sobre el dintel se ha dispuesto un guardapolvo.
El acabado de la cubierta actual es de teja de mortero, sustituyendo a la original de losa de piedra, en la rehabilitación llevada hacia 2010, sobre estructura de madera a doble vertiente. Todavía permanece el acabado de losa en algún cuerpo secundario de la casa.
Tipológicamente corresponde al modelo de casa-patio, con diversas estancias añadidas a un núcleo primigenio, hasta conformar un espacio diáfano central desde el que se accede a las construcciones dedicadas a vivienda, pajar y cuadras.
El edificio ha sido rehabilitado en la última década, para uso de vivienda particular, afectando la reforma, fundamentalmente, al sistema de cubierta. Interiormente se ha actuado para facilitar su habitabilidad, de forma respetuosa con las estructuras y materiales originales.