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Frescura y color del órgano de Berdún

Crónica del concierto de Esther Ciudad denen el Festival Internacional en el Camino de Santiago

El primero de los conciertos del XXVII Festival Internacional en el Camino de Santiago (FICS) que organiza la Diputación de Huesca corrió a cargo de la organista aragonesa Esther Ciudad. Fue la noche del lunes, en Iglesia de Santa Eulalia de Berdún. Patrimonio sonoro e histórico, su magnífico órgano, de registros únicos, fue el segundo protagonista de la colorista velada. Ambos supieron fusionar, con éxito y frescura, el atrevimiento de la cita: conjurar de manera mágica lo que el programa establecía como ‘El sonido de la imagen’, una propuesta única, más allá de la música barroca.

Para Esther Ciudad, la idea era establecer una relación entre la narración musical y la imagen, algo que ejemplificó con motivos, cuadros, incluso con escenas de cine mudo, con Harold Lloyd incluido. “Así podemos escuchar y ver los sonidos de un batalla o la imagen que evocan piezas del barroco francés como Vértigo de J. F. Royer”. Como también tildaba la organista, la sesión buscaba favorecer la escucha e impactar al público a través de el mayor número de sentidos posible. El mayor de los logros del concierto, establecer un itinerario de gran tono y brío, ágil y vivo en la ejecución y la escucha, domando con intuición y conocimiento el componente mecánico del órgano de Berdún.

El repertorio pensado para ‘El sonido de la imagen’ fue de lo más agradecido y ameno, en duración y variantes. Destacó por la riqueza de estilos, selección de representativos autores que transitó desde pasajes de música portuguesa, pasando por J. S. Bach hasta llegar a Nebra “que no podía faltar en 250 aniversario del fallecimiento del compositor bilbilitano”, apuntó Ciudad, temas realizados con el mismo virtuosismo que la organista reflejó en piezas como la de Scarlatti, La Folía. No fue casual disfrutar del órgano, a la vez que revisitábamos a Jan Brueghel el Viejo y Peter Paul Rubens, con obras como El oído, proyectada —como muchas otras— en una gran pantalla instalada para la ocasión. Toda una gozosa declaración de intenciones, y una segunda gran vida para este todopoderoso órgano de Berdún.

El verano de la intérprete

Esther Ciudad acababa de venir de Xávea, “del estreno de una obra para órgano y percusión del compositor Hermes Luaces, El amor que cantan las piedras. En San Andrés de Llavaneras tuve el honor de compartir escena con Alfonso González Barquín, un trompetista extraordinario, y dos conciertos de órgano en el Ciclo de Menorca”, apuntó la organista.

“Se puede decir que estoy inmersa en plena en gira hasta noviembre que acabaré en el ciclo de Órgano de Navarra con Juanjo Guillem, y nuevos estrenos. Por otro lado tenemos que acabar un proyecto de cedé con instrumentos antiguos originales, concretamente con un fortepiano Zumpe y nuestro grupo el Triunfo de Ariadna. Y entre avión y barco, pensando en nuevos proyectos de fusión”, compartió Ciudad.

 
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