El Sporting tropieza en el día tonto
Frustrante empate de los rojiblancos (1-1) en un partido gris frente al penúltimo clasificado, al que a pesar de todo pudieron ganar
Gijón
Al Sporting se le hizo bola el Amorebieta. Las caras de frustración de los jugadores rojiblancos al final del partido, tras no pasar del empate a uno en casa frente al penúltimo clasificado, lo decían todo: el punto sabe a muy poco. Y aunque pudo ganar, de haber entrado el remate al larguero de Juan Otero, los jugadores eran conscientes de que habían fallado, ya no en el fondo sino también en la forma. Todos los equipos tienen algún día tonto, pero duele que este llegue precisamente ahora, cuando el equipo había logrado meterse en ascenso directo y frente a un rival que fuera de casa había sumado un pírrico punto hasta ahora. El resultado mantiene provisionalmente al Sporting segundo, empatado a puntos con el Valladolid y a la espera de lo que haga el Éibar. Pero el poso de rabia que deja ver volar dos puntos tan importantes es inevitable. En lo positivo, el Sporting sigue sin perder en casa. Menos da una piedra.
Algo en el ambiente decía que no era el día. Se palpaba desde el principio, con esa sensación de partido trampa que envolvía al partido. Y eso que el Sporting pudo ponerse la noche de calle con una ocasión clarísima en la que Juan Otero no vio o no quiso ver por el rabillo del ojo la entrada de Campuzano, absolutamente solo y con toda la portería para él, ya que el guardameta estaba tapando (y vaya si tapó) el hipotético y decepcionante disparo del colombiano. El escenario hubiera cambiado.
Salió respondón el Amorebieta, sin complejos, ante un Sporting al que se veía espeso en todo momento, por mucho que fuera dominador. En poco o nada claro se traducía esa posesión: alguna llegada puntual, algún centro que se paseaba... Pero poco más allá de un 'uy' en un zurdazo de Cote tras un centro de Otero.
No estaba fino el equipo. Ni Hassan ni Gaspar brillaban en las bandas, ni el centro del campo fluía, ni Campuzano participaba del juego... No tenía buena pinta.
Logró aparecer el letal Gaspar para desatascar la situación. Séptimo gol del gijonés, que definió perfectamente tras un buen centro de Guille Rosas, que acababa de salir al terreno de juego como recambio de Pascanu. Parecía que la suerte volvía a sonreír al Sporting: la decisión de Ramírez daba fruto nada más tomarla.
Pero cuando no toca, no toca. El día que sale mal, falla hasta el aparentemente infalible. Y esta vez le tocó a Rubén Yáñez, héroe casi siempre, desafortunado este sábado. Concedió un córner innecesario y se comió el posterior remate de Gayá cuando parecía tener el balón blocado, pero se le escurrió entre las piernas.
El empate no valía. El Sporting tocó a rebato y, con más pasión que ideas, tuvo ocasiones para ganar. Dos especialmente: un remate de Juan Otero que se estrelló en el larguero y un balón colgado por el incombustible Cote que Christian Rivera rozó pero no logró enviar a portería. El Molinón sufría, como el equipo, con el correr de los minutos y la imposibilidad de, aunque fuera de cualquier manera, arreglar la noche.
No pudo ser. El Sporting se deja dos puntos relevantes. No parece una cuestión de mal de altura sino de una mala noche. El mejor escribiente también puede hacer un borrón. Pero no debe hacer muchos.
David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...