A finales del siglo XIX una comisión militar encabezada por el teniente coronel Federico Magallanes se desplazó hasta el Campo de Gibraltar. Las autoridades españolas estaban alarmadas ante las noticias -aparecidas en la prensa británica- en las que se mencionaba que era necesario que Gran Bretaña desplazase su línea de frontera más allá de Sierra Carbonera. La razón de fondo era que la distancia de tiro de la artillería había avanzado muchísimo en esos años. De hecho, unos años antes habían llegado a Gibraltar dos cañones que, aunque no tan avanzados como los fabricados por Krupp en Alemania, alcanzaban una distancia de tiro de 6 kilómetros. Todavía se conserva uno de estos famosos cañones de 100 toneladas instalado en la batería gibraltareña de Napier de Magdala. Ante estos alarmantes planes las autoridades militares españolas montaron un dispositivo destinado a estudiar el terreno y establecer sistemas para hacer frente a esa posible amenaza. Todo ello había que realizarlo discretamente, puesto que en esos años se vivía un momento de buenas relaciones con Gran Bretaña.