Explota la burbuja del fútbol

Esta mañana el mundo del fútbol viene a la portada de Hoy por Hoy. La dimisión de Sandro Rosell como presidente del Barça convulsiona un sector que vive en la convulsión permanente de la contratación rutilante de estrellas a precios equivalentes al dinero que necesitó el CSIC para no cerrar, para no perder todos los proyectos que lleva a cabo el principal centro de investigación de nuestro país.

El fútbol vive en una burbuja alejada de la realidad, la última que no ha explotado en estos años en los que hemos visto explotar tantas. Ni siquiera los momentos de felicidad ocasional que proporciona a sus seguidores, tan necesarios, ni siquiera eso justifica el mantenimiento de un universo paralelo donde se mueven miles de millones en fichajes como si las deudas de la Liga no fuera con ellos, ni la de los propios clubes con la sociedad entera, es decir con Hacienda. La Unión Europea tiene abierta una investigación por los supuestos privilegios fiscales de varios de ellos.

Es una burbuja opaca, además. Rosell se va, pero parece que tendremos que esperar a que la Justicia nos diga cuánto costó exactamente el fichaje de Neymar. Y estamos hablando de diferencias que van de los 57 millones a los 94. Nada menos. Hay secretos de Estado y transacciones internacionales más accesibles que este simple dato. Sólo ese detalle, sin anticipar culpables ni inocentes en este caso concreto, debería alertar a los socios y a la sociedad entera de que algo no se está haciendo bien en las altas esferas del fútbol.

Un mundo que parece creerse, además, al margen de las reglas que rigen para el resto de españoles. Sólo así se explica que casi todos los presidentes de clubes profesionales hayan pedido el indulto para José María del Nido, expresidente del Sevilla, condenado por malversación de fondos públicos. Un condena confirmada por e