Momentos para pensar juntos

Los historiadores suelen coincidir en un punto: las decisiones políticas y militares que llevaron a los grandes cataclismos del siglo XX nunca fueron inevitables. Siempre se pudo tomar otras. Se tomaron las equivocadas y se hizo porque se malinterpretó al contrario; se respondió con señales confusas; unos y otros concedieron importancia a cuestiones que no eran tan relevantes y se ignoraron las que debieron ser prioritarias. Los últimos días, el fin de semana que acaba de terminar, han sido propicios a este tipo de escenario. Son días inquietantes, demasiado parecidos a episodios del siglo XIX, como muy bien resaltó ayer, casi extrañado, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry. El presidente Putin está tomando decisiones que se presentan casi como irreversibles, seguro de que las reacciones internacionales no serán drásticas. Pero caminando por ese filo es muy fácil equivocarse. La historia está llena de ejemplos. Rusia tiene intereses formidables en Crimea y nadie lo niega, pero actuar miliarmente en Ucrania, con hechos consumados, envía una señal muy peligrosa a Occidente.

Son momentos delicados. Momentos para que los europeos pensemos, juntos, sobre el futuro de la Unión y de sus ciudadanos. Para que defendamos las reglas que rigen la comunidad internacional y las que rigen las relaciones entre los seres humanos, sin las que las otras tampoco tienen sentido.