Opinión

Protestar porque no hay daños

COMENTARIO CASTAÑEDA 27 SEPTIEMBRE

02:24

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Santa Cruz de Tenerife

Jugar con la ventaja de saber el resultado de antemano carece de mérito alguno, pero no quiero dejar pasar la oportunidad para dejar unas cuantas frases dedicadas a los todólogos discrepantes que también se prodigan en las redes sociales.

La intención viene a cuento por las protestas airadas manifestadas en las redes sociales por aquellos, que una vez que, comprobaron que ayer lunes el cielo no cayó sobre nuestras cabezas, se han empleado a fondo en la crítica al gobierno de canarias por la decisión de suprimir las clases ante el riesgo potencial con que amenazaba la onda tropical finalmente denominada Hermine.

Felizmente no se registraron daños personales, y solo quedaron en evidencia, una vez más, los fallos propios a nuestras infraestructuras, y que el tendido eléctrico nunca mejor dicho, es tendido porque se viene al suelo a las primeras de cambio cuando las gotas suman más que la cantidad que cabe un aljibe.

Pero el gozo quedó en un pozo en el alma de estos retorcidos, que ante la ausencia de heridos o víctimas de mayor gravedad, no paso nada en cuanto lo que atañe a la vida de los mayores y de los niños.

Pese a estos pájaros de mal agüero, el Gobierno actuó correctamente ante los avisos e información remitida por los responsables de la agencia estatal de meteorología, que hizo bien advirtiendo del potencial en el cual podría desembocar las consecuencias de si el ciclón hubiese tocado de lleno a las islas.

Estoy seguro, que esos mismos que desde ayer claman por la suspensión por un día de las clases y que la misma se adoptara con tres días de antelación, serián los primeros en demandar el funcionamiento de la guillotina política si se hubiera producido algún percance de los alumnos que hubieran acudido a las urnas.

Se trata de discrepar por encima de todo y sustentar los argumentos hasta tirando de los duros inviernos europeos para desacreditar una medida marcada por una prudencia más que racional.

Así pues, a estas plañideras que deambulan por las redes, les toca esperar a una peor ocasión en la que un desastre climático les llene el alma de la sangre que parecen necesitar para justificar sus existencias.

A esperar otra oportunidad quedan conminados estos amigos de lo lúgubre y que parecen vivir deseando una catástrofe, aunque en las redes disimulan mostrando una clara apuesta por la normalidad y por una existencia sin sobresaltos.

 
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