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Fútbol

Perdón y gracias

«Sin Ramis, nos habríamos perdido mucha felicidad, el soñar y el creer juntos»

Santa Cruz de Tenerife

No creo que haga falta, pero les pongo en antecedentes. Un día que jugaba y perdía el CD Tenerife en la Península escribí un artículo que llevaba por título «Adiós y gracias». Fue un juicio en caliente, recién acabado un gris partido del equipo en las postrimerías de una temporada que había empezado rana con Fran Fernández y en la que Luis Miguel Ramis había intentado, entonces sin éxito, direccionar al equipo con destino a la sexta plaza. No fue posible y el Tenerife acabó decimocuarto, más cerca de abajo que de arriba.

Como se pueden imaginar, aquel titular lacónico sugería la conveniencia de un giro en el club, especialmente en el banquillo, hartos como estábamos (al menos yo) de un bucle incesante de proyectos fracasados y anclados a la mediocridad de la inmensa mayoría de los años de la gestión pasada.

Meses más tarde, cuando Ramis logró poner al Tenerife arriba y hacernos soñar -también a aquellos que no creíamos en su libreto-, el artículo se hizo viral y las redes se ocuparon de recordarme que me había equivocado. Efectivamente, así fue. Me equivoqué. Afortunadamente, estaba equivocado. Muy equivocado.

Nada me habría gustado más que a los pies del Cabildo el día de la final contra el Girona se hubiesen publicado todos los tuits que en borradores seguro muchos tenían ya preparados. ¿Adiós y gracias, Manoj? ¿Adiós y gracias? Este sábado en el Heliodoro se harán efectivos ambos sustantivos. Diremos adiós a Ramis, que se va por decisión propia; y le daremos las gracias, ¡qué menos!

Me van a permitir que hoy emita yo un mensaje diferente pero creo que necesario. «Perdón y gracias», escribo hoy. Perdón. Perdón por el juicio desafortunado y en caliente; perdón porque estaba equivocado; perdón porque de haberse cumplido el adiós a Ramis mucho antes que hoy, entonces nos habríamos perdido mucha felicidad por el camino: el récord de victorias a domicilio, el apasionante doble derbi victorioso en la promoción, el himno del Centenario cantado al unísono como nunca antes y nunca después, el soñar juntos, el creer en los milagros y tantas otras proezas que fueron posibles por el trabajo ímprobo e intachable del míster. También nos habríamos perdido ver a tantos niños con camisetas y bufandas blanquiazules yendo orgullosos al Heliodoro. Querían ver a su Tenerife y que les llevasen al Cabildo. Lo logró un Tenerife de todos, lo consiguió el Tenerife de Ramis.

Al perdón, añado las gracias, ahora sí. Gracias por todo, entrenador. Gracias por representar al Tenerife y al tinerfeñismo con la decencia de quien, como usted, dignifica la profesión y dignifica el trabajo. Gracias por estos 123 partidos; gracias por el respeto y la tolerancia a la crítica; gracias por la forma de ser, el talante, la profesionalidad y la rectitud. Gracias, en resumen, por haber sido un excepcional garante del escudo y los colores. Gracias por defendernos de las injusticias y alzar la voz cuando hacía falta. Gracias ser un perfecto representante, portavoz y embajador del Tenerife. Y gracias por otras muchas cosas que aquí no caben ni voy a contar. Suerte, míster. Ahora sí, adiós y gracias. En mi caso: perdón y gracias. Si equivocarse está permitido, rectificar debe ser obligatorio. Aquí va mi perdón pero sobre todo mi sincero agradecimiento.

 
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