Sobre el sacrificio de José Ángel Martín
EL ENFOQUE 26 MAYO
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Santa Cruz de Tenerife
José Ángel Martín, inseparable compañero de fatigas de Patricia Hernández, fue forzado ayer a renunciar a todo, tras protagonizar uno de los episodios más violentos de esta violenta campaña electoral convertida -en interés de los partidos- en un conflicto planetario entre el bien y el mal. Martín fue uno de los fundadores de Ínsula Viable, la entidad pantalla desde la que Santiago Pérez, entonces en el PSOE, inició la destrucción del entramado de Las Teresitas. A pesar de su temprana implicación en el desenmascaramiento de la corrupción que roía el sistema político tinerfeño, Martín no fue uno de los beneficiados por el deicidio de aquél Zerolo llamado a sustituir en el liderazgo ático a Hermoso. Acabó Martín convertido en guardaespaldas y tiralevitas de la promesa del socialismo chicharrero, en leal y disciplinado escudero de Patricia Hernández.
Las campañas electorales las carga el diablo, creo que lo dije ayer: y las carga más si uno las afronta con munición de combate en vez de hacerlo con ideas. Personalmente no creo que Martín sea un hombre asalvajado o violento. Creo que perdió los nervios en un entorno que entendió hostil, se vio sobrepasado y se comportó como un bruto, provocando accidentalmente un daño que no quería provocar. Siento mucho lo que le ha pasado, y sobre todo que sus amigos –vaya amigos- le hayan sacrificado sin permitirle siquiera la dignidad de anunciar él su propia retirada. Pero sería completamente parcial si no lo sintiera aún más por la verdadera víctima de lo ocurrido, que es el agredido. No sé qué acabarán diciendo los tribunales, pero la responsabilidad de que haya sido necesario intervenir de tres facturas a un hombre de sesenta años, es sin duda de Martín. Y también de una táctica de campaña basada en buscar la confrontación y marcar a fuego las diferencias. Una estrategia electoral dirigida a convertir a los adversarios en enemigos, no a resolver problemas comunes. Un populismo repelente y destructivo que incita siempre al conflicto y al daño, y que es el que ha diseñado Patricia Hernández para ganar algunos votos más.
Quedan sólo unas horas de campaña, pero ojalá lo ocurrido permita repensar comportamientos y amortiguar en los próximos días la cerril polarización que hemos visto estas jornadas, las declaraciones insultantes, las descalificaciones ‘ad hominen’, la ridiculización tóxica del contendiente. Ojalá nos ayude lo que ha pasado a recomponer la convivencia, en una ciudad que nunca en democracia se vio tan tentada por el conflicto, la división y el odio civil.