¿Queremos convivir en paz?

Que hoy se celebre el Día Internacional del Convivencia en Paz debería motivarnos a pensar acerca de cómo cada uno de nosotros promovemos o no la tolerancia, la solidaridad, el respecto y la paz. Porque, aunque las Naciones Unidas establecieron este día pensando en la paz mundial, cada uno de nosotros -aunque no seamos conscientes de ello- somos individuos que contribuimos o dificultamos la convivencia en paz.

Seguramente todos hemos tenido algún problema con alguien cercano: le gritamos a nuestros hijos o a nuestros padres, peleamos con nuestros hermanos, nos molestamos con una amiga o amigo, o con algún vecino. Muchas veces no ganamos nada con ello y deberíamos centrar nuestros esfuerzos en buscar la manera de vivir tranquilos y en paz.

Hace falta que aprendamos a aceptar las diferencias, que respetemos, escuchemos y reconozcamos al otro. Es importante lograr resolver nuestros problemas dialogando y de manera pacífica. De esto se trata convivir en paz.

Lo mismo ocurre entre países y de esos conflictos no resulta nada bueno. La guerra en Ucrania y otras muchas guerras olvidadas de las que somos cómplices o con las que hacemos negocio, están ahí para recordárnoslo.

Pero para convivir en paz no basta recordarlo sólo un día: debemos construir la paz todos y cada uno de los días de nuestra vida solucionando los conflictos mediante el diálogo, evitando la intolerancia en todas sus formas y eliminando todo tipo de discriminaciones.

Ayer no sólo fue el aniversario del 15M, también era el Día Internacional de la Objeción de Conciencia, que nos invita a celebrar la resistencia pacífica de las personas objetoras de conciencia que se niegan a formar parte de la guerra armada.

Hoy me gustaría recordar especialmente las personas objetoras de conciencia de Ucrania, de Rusia, y de Bielorrusia.

¿Se imaginan una guerra a la que nadie vaya?