Hielo

Talavera de la Reina

Los talaveranos hemos tenido siempre la manía de tomar las bebidas muy frías. La cerveza más fría del mundo se sirve en Talavera. Pero claro, en una tierra hermanada con el infierno de san Isidro a san Mateo la cuestión no era sencilla. El hielo que demandaba Talavera con los calores del estío se bajaba, desde tiempo inmemorial, de los pozos de nieve del Piélago y del Puerto de Mijares. La nieve, almacenada y conservada desde el invierno en enormes pozos secos, en los que se prensaba por capas separadas con paja de centeno o retamas, se extraía y cargaba en carretas de bueyes y mulas que hacían el trayecto hacia Talavera de noche, aprovechando la fresca. Con las primeras luces comenzaban el reparto por los domicilios talaveranos.

El principio del fin de esta vieja usanza tiene una fecha, el 5 de julio de 1911 en que se inauguró con gran pompa y expectación la primera fábrica de hielo artificial en nuestra ciudad. Los propietarios, señores Romagosa y Amorós, la instalan con todos los adelantos y lujo de detalles para la época en el número 23 de la calle Emilio Castelar.

El ingenio se fundaba en los cambios físicos operados en el amoniaco que pasando del estado líquido al gaseoso y de éste otra vez al líquido producía una enorme bajada de temperatura que se aprovechaba para solidificar el agua. La empresa local “Aguas Potables y Electricidad Hermanos Fernández”, efectuó una ingente obra para hacer llegar el líquido elemento a la industria a través de una cañería de plomo hasta un depósito de hierro galvanizado de dos metros cúbicos de capacidad desde donde salía por dos grifos a moldes de caucho en el que se convertía en hielo después de pasar el proceso.