Cristina Gª Rodero: “Fue en un pueblo de Cuenca donde decidí documentar las fiestas y tradiciones”
La fotógrafa castellano manchega reconoce que fue en Almonacid del Marquesado donde se emocionó con la Endiablada e inicio su fotografía de rituales por todo el mundo

Cristina Gª Rodero: “Fue en un pueblo de Cuenca donde decidí documentar las fiestas y tradiciones”
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Cuenca
Cristina García Rodero (Puertollano, Ciudad Real, 1949) que asegura que con la fotografía arranca “a la muerte momentos de vida” expone hasta el 11 de mayo en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca la muestra España oculta.
Vuelve así a la Fundación March que le concedió una beca en 1973 con la que compró su primer equipo. Con motivo de esta exposición, Jorge Monedero, colaborador cultural de SER Cuenca, ha conversado con García Rodero.
Cristina, además del Premio Nacional de Fotografía en 1996, estás muy orgullosa del Premio al Mérito del Trabajo en 2014. ¿Por qué esta exposición en Cuenca es tan especial para ti?
Hay dos razones fundamentales por las que esta exposición es muy importante para mí. Primero, porque España oculta es un trabajo conocido internacionalmente, pero es especialmente significativo que haya llegado a Cuenca. Mi vínculo con la Fundación Juan March, que me otorgó en 1973 una beca de creación artística, fue clave para mi carrera. Esa beca me permitió comprar mis primeras cámaras y material, y fue el inicio de todo este camino.
Y segundo, porque esta exposición está en el lugar idóneo. Yo vengo de la pintura, estudié Bellas Artes, y creo que el diálogo que se establece entre mi fotografía y la obra informalista del museo es muy interesante. La visión trágica y existencial de artistas como Millares o Canogar, esa negación del color, el uso del negro, tienen un paralelismo con mi trabajo fotográfico.
Cristina García Rodero conversando con Jorge Monedero. / Paco
Cristina García Rodero conversando con Jorge Monedero. / Paco
Además de tu ligazón personal con Cuenca, parece que la provincia ha sido clave en España oculta. ¿Podemos decir que el proyecto comenzó en Almonacid del Marquesado con la festividad de los Diablos?
En realidad, la idea de España oculta surgió en Italia. Tenía una beca de tres meses allí y, como la escuela no me convenció, empecé a fotografiar la calle, las huelgas (que en España eran peligrosísimas en esa época). La distancia de mi tierra y la nostalgia me hicieron mirar hacia España de otra manera.
Pero sí, Almonacid del Marquesado fue crucial. Recuerdo que tomé un autobús a Tarancón, luego tuve que esperar mucho tiempo hasta otro autobús que me llevó al pueblo. Cuando llegué, estaban todos en la iglesia, llorando de emoción ante San Blas. Yo también me emocioné hasta las lágrimas y en ese momento supe que eso era lo que quería hacer: documentar nuestras fiestas, ritos y tradiciones.
En España apenas se les daba valor a estas celebraciones. Solo se promovían las que interesaban para atraer turismo, mientras que muchas de las más antiguas y significativas quedaban olvidadas. Pero la cultura popular no es incultura, sino la sabiduría de un pueblo a lo largo de siglos. Es nuestro tesoro.

Cristina García rodero durante una visita guiada el pasado 2 de abril en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca donde se expone su colección de fotografías 'España oculta'.

Cristina García rodero durante una visita guiada el pasado 2 de abril en el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca donde se expone su colección de fotografías 'España oculta'.
Has trabajado en muchos lugares del mundo, retratando la condición humana en contextos muy diversos. ¿Cómo ha sido la experiencia de España oculta en comparación con otros proyectos en países como India o Filipinas?
Creo que una de mis mejores cualidades es la sensibilidad, algo que se potencia con la formación en Bellas Artes. Esa sensibilidad me permite conectar con la gente, compartir su alegría y su sufrimiento.
Más información
Escogí fotografiar las fiestas porque quiero ver reír a la gente, quiero verla feliz. Pero incluso en esas celebraciones, hay tragedia: promesas durísimas hechas por salud, por enfermedad, por problemas personales. Las fiestas populares no son solo alegría, sino una expresión profunda de la vida y de nuestras raíces.
La fotografía me permitió combinar mi pasión por el arte con mi espíritu aventurero y mi deseo de compartir. Llevo 50 años en esto y, aunque con 75 años mi vida profesional está llegando a su etapa final, sigo con ganas de seguir explorando. Tenía planeado ir a Filipinas, pero por mi reciente enfermedad he decidido posponerlo y primero viajar al sur de Italia, Sicilia y Cerdeña para fotografiar la Semana Santa allí. Veremos si con 76 años sigo teniendo energía para continuar con mis viajes o si me tocará retirarme a organizar mi archivo. Pero mientras pueda, seguiré capturando la esencia de las tradiciones y la cultura popular en el mundo.

El Danzante azul, El Hito (Cuenca). 1980 / Cristina García Rodero

El Danzante azul, El Hito (Cuenca). 1980 / Cristina García Rodero
Cristina, para mí eres una artista que vive en una lucha constante contra el tiempo. Lo haces en dos sentidos: por un lado, porque acabas de cumplir 75 años y sigues trabajando incansablemente, y por otro, porque tu trabajo es como una carrera contrarreloj. En cada procesión o evento, tienes un tiempo limitadísimo para capturar todas las imágenes posibles. ¿Concibes otra forma de trabajar en el futuro o tu método seguirá siendo ese de estar a pie de cañón durante horas?
No, inagotable no soy, pero sigo con energía y ganas de trabajar. Es cierto que el ritmo es agotador. Los que trabajaron en el documental sobre mí lo decían: los agotaba a todos. A mí me sorprendió que no me siguieran, siempre estaban detrás de mí, pero claro, es que hay lugares duros. En la India, por ejemplo, el festival de Holi es intensísimo. Te caen encima polvos de colores, agua con tinte, y a veces te vacían un saco entero de pigmento. Recuerdo a un hombre chino que vivía en Singapur y me dijo: "Cristina, desapareciste". No se me veía de tanto color encima.
Hablando de viajes y experiencias extremas, estuviste en la Kumbh Mela, el mayor festival religioso del mundo. Se esperaban 400 millones de peregrinos, pero al final fueron 600. ¿Cómo se enfrenta una fotógrafa a una situación así?
No es fácil. Son 600 millones de personas que, en muchos casos, nunca han salido de su pueblo. Van con una fe absoluta para bañarse en el río y asegurarse la salvación. Te choca todo: su devoción, su deseo de ir al cielo, su determinación. Y luego está la parte práctica: tienes que estar en el sitio adecuado, pero muchas veces no te dejan pasar. O no tienes el visado de prensa o hay demasiada gente. Hay muchas trabas para un fotógrafo, y por eso, muchas veces, las prohibiciones hay que tomarlas con flexibilidad. Si hiciera caso a todas, no podría hacer mi trabajo. Yo no soy peregrina, estoy allí para documentar. Lo que fotografío es un testimonio tan importante como la fe de los que participan.

En las eras, Escober,1988. / Cristina García Rodero

En las eras, Escober,1988. / Cristina García Rodero
La fotografía es tu manera de luchar contra el tiempo, de conservar momentos que de otro modo desaparecerían. ¿Cómo vives esa batalla diaria?
Es una lucha contra el tiempo, contra mis propias limitaciones, contra las circunstancias que te impiden llegar al sitio justo en el momento adecuado. A veces tienes que colarte entre la multitud diciendo "perdón, perdón", metiéndote por donde puedas. Como soy pequeña, me voy colando como los cangrejos.
Siempre digo que con la fotografía le arranco momentos de vida a la muerte. Si mis fotos están bien conservadas, si mi archivo está en buenas manos, servirán para que en el futuro se sepa cómo vivíamos en los 60, en los 70. Porque la vida cambia y hay que documentarla.
Cambiando de tema, hablábamos antes de los viajes. Hoy día muchas personas buscan vacaciones seguras, predecibles. ¿Crees que el turismo ha cambiado la manera en que nos relacionamos con el mundo?
Muchísimo. Antes la gente se iba un mes entero en agosto, Madrid quedaba vacío. Ahora todo está más fragmentado y la mayoría solo tiene una o dos semanas. Quieren viajes organizados, seguros. Pero hay una gran diferencia entre hacer turismo y viajar de verdad. Viajar es compartir con la gente, aceptar su hospitalidad. Me ha pasado en muchos sitios: en Extremadura, una mujer me invitó a desayunar con su hijo porque me vio sola en la calle. Esa es la parte bonita de viajar.
La comunicación y la tecnología han cambiado la manera en que documentamos el mundo. Internet ha facilitado mucho la información, pero también ha transformado las experiencias. ¿Cómo lo ves tú?
Antes, mis mejores informantes eran las telefonistas. Me decían: "Mire, mejor le paso con la mayordoma" o "no se va a celebrar la fiesta porque ha muerto el mayordomo". Ahora, con internet, es más fácil buscar información, pero también cambia el impacto de algunos eventos. Hay fiestas que mueren de éxito. En Holi, por ejemplo, hay tantos fotógrafos que los cantores de Krishna casi no pueden cantar. En Filipinas vi a gente haciéndose selfies junto a un hombre crucificado como parte de un ritual religioso.
En Auschwitz, adolescentes se toman fotos sin entender la tragedia que allí ocurrió…
Se pierde el respeto, el contexto. A veces, la excesiva comunicación lo perjudica todo.
Cristina, ha sido un placer escucharte. Para cerrar, quiero animar a nuestros oyentes a visitar tu exposición en el Museo de Arte Abstracto Español. En tus fotos vemos a nuestros antepasados, nuestras tradiciones. Somos lo que reflejan esas imágenes.
La vida cambia, pero seguimos necesitando el testimonio del pasado. Muchas gracias a vosotros. Espero que disfruten la exposición y, sobre todo, que sigan teniendo curiosidad por el mundo.