La inspiración tecnológica de las plantas
La firma de opinión del investigador, catedrático de la Universidad de Castilla-La Mancha y director del Jardín Botánico de Castilla-La Mancha, Pablo Ferrandis

'La inspiración tecnológica de las plantas', la firma de Pablo Ferrandis
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Albacete
Un buen amigo mío, de humor refinado y sarcástico, a veces me dice con sorna: “Pablito, es que la biodiversidad está sobrevalorada”. Si alguna vez tuviera que convencer a alguien que pensara esto en serio, no le expondría argumentos científicos ni éticos, sino que centraría mi discurso en lo que más nos importa en la sociedad actual, tan interesada como está en los asuntos económicos y materiales. Le hablaría, por ejemplo, sobre las soluciones que han desarrollado las plantas a lo largo de su historia en la Tierra para colonizar los medios donde viven. Pues los “inventos” de las plantas son, en infinidad de casos, ciertamente prodigiosos. Hasta el punto de que bien podrían ser inspiración para nuestro avance tecnológico.
¿Saben quién inventó el velcro? Sí, de acuerdo, fue el suizo George de Mestral. Pero se inspiró en los cadillos. Los cadillos son esas molestas bolitas vegetales cubiertas de ganchos que se nos enredan en los calcetines cuando andamos por el campo. En realidad, son frutos, de muy diversas plantas, tales como medicagos, agarramoños, o bardanillas. Su misión ecológica es la de engancharse al pelo de los mamíferos y conseguir así dispersar las semillas que encierran dentro. El velcro, hoy en día, es de uso cotidiano y universal.
¿Cuál fue el primer paracaídas que planeó en este mundo? El vilano de plantas como el diente de león. ¿Quién no ha soplado al viento una cabezuela de esta bonita inflorescencia, ya madura, para ver caer suavemente sus semillas hasta el suelo? Los bocetos renacentistas de Leonardo da Vinci sobre este artilugio se parecen muchísimo a los de la planta. Una vez más, la misión con que el reino vegetal diseñó el vilano -que es un cáliz transformado en escamas- fue la de dispersar las semillas, esta vez por el viento.
Hay una planta muy común en nuestros campos, cubierta toda ella de pelos urticantes. Me refiero a la ortiga. El intenso escozor que nos produce el solo tocarla, se debe a que cada uno de estos pelos, huecos y quebradizos, nos inyecta ácido fórmico, una sustancia irritante que se encuentra almacenada en la bolsa glandular que hay en su base. Tiene, en esencia, el mismo mecanismo que la jeringuilla, herramienta crucial en el desarrollo de la medicina moderna. En el caso de la ortiga, funciona como protección frente a los herbívoros.
El pegamento existe por doquier en la naturaleza vegetal. Un ejemplo muy llamativo lo encontramos en el muérdago, especie legendaria donde las haya. Se trata, curiosamente, de una planta semiparásita de árboles y arbustos, en cuyas ramas crece y vive. Sus semillas, mucilaginosas, se pegarán al pico de los pájaros que consumen sus frutos y que, al limpiarlo sobre una rama, quedarán allí adheridas para iniciar una nueva vida parásita.
Podríamos seguir hablando del ingenio de las plantas durante horas, pero no hay tiempo. Solo lanzaré dos preguntas: ¿de dónde procede la mayoría de los medicamentos que alivian y curan nuestras dolencias?; y ¿quién inventó las golosinas? Daré alguna pista: piensen en los herbolarios para la primera cuestión, y, por ejemplo, en el dulce y rojo madroño para la segunda. Por esto, antes de desdeñar una planta del campo, por sencilla que nos parezca, observémosla bien, pues puede que guarde un importante secreto para el avance de la humanidad.
Atentamente les saluda, Pablo de Passo.
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Hoy por Hoy Matinal Albacete 08:20 horas (04/04/2025)

Pablo Ferrandis
Pablo Ferrandis Gotor (Albacete, 1966) es Catedrático en la Universidad de Castilla-La Mancha. Licenciado...