Terrorismo alimentario: ¿Cómo se protege la seguridad alimentaria frente a ataques intencionados?
La nueva ley de Interior sobre infraestructuras críticas pone el foco en los trabajadores para prevenir sabotajes y atentados en sectores clave como el alimentario y el suministro de agua

Terrorismo alimentario: ¿Cómo se protege la seguridad alimentaria frente a ataques intencionados?
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La seguridad alimentaria no solo se mide en términos de calidad o de higiene. La amenaza del sabotaje o el atentado deliberado ha puesto a la industria alimentaria en el centro de las infraestructuras críticas que el Ministerio del Interior busca proteger con una nueva ley. Esta normativa, aún en debate, endurece el control sobre los trabajadores de sectores clave para evitar que puedan colaborar, voluntaria o involuntariamente, en actos que pongan en riesgo la salud pública.
Y es que, aunque suene a película, existen precedentes. Desde manipulaciones digitales hasta contaminaciones intencionadas de alimentos, el riesgo de lo que se conoce como 'food defense', en castellano defensa alimentaria, está más presente de lo que pensamos.
Del 11-S a nuestros platos
El concepto de protección de infraestructuras críticas se remonta a los atentados del 11-S, que obligaron a muchos países, incluido España, a legislar sobre seguridad nacional. Aunque aquí la percepción de riesgo no es tan alta como en Estados Unidos, el peligro sigue existiendo.
En este contexto, la industria alimentaria se considera estratégica. Grandes plantas de producción, centros logísticos y redes de suministro de agua están en el punto de mira. No por errores accidentales, sino por posibles contaminaciones deliberadas. Desde entonces, las empresas han desarrollado planes específicos de prevención y reacción.
Casos reales: cuando el ataque sí ocurrió
Andrés García, experto y divulgador de seguridad alimentaria, nos ha contado en 'Gastro SER' hasta tres casos reales de 'food defense'. El primero, en Oregón (EE.UU.), donde una secta roció lechugas con salmonella para enfermar a votantes y así ganar unas elecciones ya que más de 700 personas resultaron intoxicadas.
En otro caso, cinco sándwiches servidos en cinco vuelos diferentes contenían agujas. Nunca se identificó al responsable, pero el objetivo parecía ser la empresa proveedora. También en España, en los años 90, una conocida empresa fue víctima de una extorsión: o pagaban una suma importante o sus productos serían envenenados. Afortunadamente, no llegó a consumarse.
Acceso físico, digital e interno: los tres frentes
Las amenazas pueden venir de fuera o de dentro. Las empresas trabajan hoy en tres grandes ejes de prevención: el acceso físico (control de entradas y zonas sensibles), el digital (protección ante ciberataques) y el humano (trabajadores o personas externas que podrían actuar con mala intención).
En el plano de los trabajadores, se consideran pieza clave tanto como posible riesgo como primera línea de defensa. De ahí que Interior quiera reforzar los filtros de seguridad sobre ellos, accediendo incluso a antecedentes penales en empresas consideradas críticas.
Empresas cada vez más preparadas
Aunque los riesgos existen, también crecen cada vez más las barreras. Las empresas cuentan con protocolos, formaciones específicas para el personal y sistemas de control cada vez más exigentes. Cámaras, tarjetas de acceso, vigilancia sobre productos químicos y políticas frente a ciberataques son ya habituales en la industria.
Como explica Andrés García, la clave está en la prevención. "Estamos hablando de vidas en juego si hay una contaminación intencionada del producto. Por eso es tan importante que todos estemos alerta", insiste.
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