Ciencia y tecnología

El hambre y los patógenos impulsaron la evolución de la tolerancia a la lactosa en Europa

Los investigadores de la UBU Eneko Iriarte, Marta Francés, José Miguel Carretero y Ángel Carrancho han participado en un estudio publicado por Nature

Marta Francés (UBU) procesando muestras para la extracción de residuos orgánicos en cerámicas de El Portalón de Cueva Mayor. / Marta Francés

Burgos

Cuatro investigadores de la Universidad de Burgos pertenecientes al proyecto de Atapuerca han colaborado con científicos de la Universidad de Bristol y del University College de Londres (UCL), así como con investigadores de otros 20 países en un nuevo estudio publicado en Nature y echan por tierra algunas creencias sobre por qué los humanos adquirieron la capacidad de digerir la lactosa de la leche en la edad adulta.

Los cambios genéticos que han favorecido la persistencia de la lactasa en gran parte de la población humana actual, es una de las adaptaciones genéticas más influyentes y que más rápidamente se ha desarrollado en las poblaciones humanas en los últimos 10.000 años. Hasta ahora se suponía que la tolerancia a la lactosa surgió porque permitía a las personas consumir más leche y productos lácteos. Pero la nueva investigación sugiere una historia diferente.

La investigación en primera instancia trazó un mapa de los patrones de consumo de leche en los últimos 9.000 años basado en el análisis de residuos de las grasas lácteas que quedan en los poros de los recipientes arqueológicos para después combinar datos de ADN antiguo, fechas de radiocarbono y arqueología mediante nuevas técnicas de modelización informática. Finalmente ha analizado el Biobanco genético del Reino Unido para obtener datos de poblaciones actuales que relacionen el consumo de leche con la salud en individuos tolerantes e intolerantes a la lactosa. El equipo demuestra que las hambrunas y la exposición a patógenos zoonóticos son los factores que mejor explican la evolución de la tolerancia a la lactosa.

Con esta nueva y detallada imagen de la implantación y la distribución del uso de la leche en la prehistoria, los investigadores pudieron investigar cómo se relaciona este patrón de consumo lácteo con la evolución de la persistencia de la lactasa. El equipo de la UCL, dirigido por Mark Thomas, reunió primero una base de datos sobre la presencia o ausencia de la variante genética de la persistencia de la lactasa utilizando secuencias de ADN antiguo publicadas de más de 1.700 individuos prehistóricos, entre ellos los de El Portalón de cueva Mayor. Así, se observó que esta variante génica apareció por primera vez hace unos 5.000 años. Hace 3.000 años ya presentaba frecuencias apreciables y se fue haciendo cada vez más común hasta la actualidad. A continuación, su equipo desarrolló un nuevo enfoque estadístico para examinar hasta qué punto los cambios en el uso de la leche a lo largo del tiempo explican la selección natural para la persistencia de la lactasa. Sorprendentemente, no encontraron ninguna relación

 
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