Asalvajados
La Firma de Elisa Docio en Hoy por Hoy Palencia
Asalvajados, la Firma de Elisa Docio en Hoy por Hoy Palencia
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Palencia
Buenos días, estimada audiencia.
Me dirán que de lo que voy a tratar hoy ya es tema manido. Pero no he podido resistirme. Allá va.
Parece que pequeños y no tan pequeños asalvajados se extienden como la mala hierba. La última moda es tomar trenes, molestar a los viajeros y colmar la paciencia de quienes son responsables de que el ferrocarril y el pasaje lleguen a su destino en perfectas condiciones.
Una noticia aún fresca nos contó que un juez de Madrid ha condenado a once jóvenes a pagar a razón de casi 700 euros por barba a Renfe para compensar lo que esta indemnizó a 216 viajeros por el retraso ocasionado cuando, ante la fiesta descontrolada que montaron en la cafetería hicieron caso omiso al interventor y se negaron a apearse en la estación de Córdoba.
Hace menos días, en nuestra estación de Palencia, otro suceso similar. Esta vez eran 22 menores, pero igual de maleducados e incívicos. Montando algarabía por los vagones y sin mascarilla. Los monitores apercibidos tampoco pusieron remedio. Lo curioso del caso es que en vez de reclamar RENFE a los padres el coste del autocar que les llevó a su destino León y del retraso causado en el convoy, son los padres los que quieren reclamar. Igualmente, la directora de su centro escolar barcelonés dice que está sorprendida y que conoce a sus alumnos. Alucinante, el mundo está del revés.
Tal vez la pregunta es ¿Dónde estaban sus padres en el momento en que correspondía educar a sus hijos en el civismo, el respeto y el saber estar en sociedad? O acaso, de tal palo tal astilla y lo han visto así en su casa. Hay pedagogos que justifican los malos modales de una parte importante de la población menuda en que los niños son en nuestra sociedad un bien escaso y, por eso, se les cría como pequeños tiranos irrespetuosos y egoístas.
La buena educación siempre ha sido un plus a valorar que abre todas las puertas. Los codazos y el yo más, que muchos padres imbuyen a su prole obtienen fruto momentáneo. A la larga o aprenden lo que la vida les enseña o caen en la soledad del abandono por sus entornos. Cuando veo a una madre o a un padre, a una familia en fin, con los niños formales, correctos, educados, me emociono, porque alimento la esperanza de que no todo está perdido.
El próximo lunes más.




