8 de marzo

Aranda de Duero

El calendario de febrero se cae al ritmo de las marzas haciendo de epitafio del mes, sobre la nueva hoja se divisan fechas esperadas como el día del padre, el inicio de las vacaciones de semana santa o el comienzo de la primavera en busca de migajas de Sol entre las nubes y termómetros con los que no tengamos grados a deber. No obstante, hay un día que sobresale por encima del resto, el 8 de marzo.

En esta jornada se celebra el día de la mujer, aunque lo que se celebra son los logros sociales de la mujer a lo largo de la historia por medio de una extensa lucha por alcanzar la igualdad.

Esta se denomina bajo el nombre de feminismo, un movimiento social que siempre ha estado en los pensamientos de muchas mujeres desde los tiempos antiguos hasta los más recientes, como Frida Kahlo, Olympe de Gouges, o Virginia Woolf, entre otras. Aunque sería imposible mencionar a todas ellas en este texto, cada paso que dieron individualmente se conformó en un recorrido conjunto repleto de esfuerzos que llega hasta nuestros días, llevándose muchas piedras por delante y erosionado las desigualdades hasta hacerlas caer.

En la actualidad este sendero continúa con las generaciones que habitamos en el presente, independientemente de la edad, y particularidades personales, como sexo o nacionalidad, y depende de nosotros el seguirlo para avanzar como sociedad.

Hace muchos calendarios atrás los pantalones estaban mal vistos en las piernas de una mujer, los prejuicios las vestían ciñéndose hasta ahogarlas y el rumbo de más de la mitad de la población estaba marcado como un destino difícil de sortear. Adentrándonos en la profundidad de la línea temporal estas diferencias se acentúan, la mujer estaba obligada socialmente a tener hijos y ser madre por encima de su nombre, tenía los derechos recortados a la par que la libertad plena, que se encontraba custodiada bajo el poder de un hombre, marido o padre. No eran ciudadanas, ni en la antigua Grecia, ni en la revolucionaria Francia del siglo XVIII. Tratadas como objetos que necesitaban ser adquiridos a conjunto de una dote o una serie de beneficios, eran las culpables de sucesos como la guerra de Troya, o hasta la disolución de los Beatles, regresando a momentos históricos más cercanos.

Sin embargo, por muy lejanas que pareciesen estas situaciones, a día de hoy existen lugares en los mapas donde las diferencias que sufren las mujeres en comparación con los hombres son tan abismales que no se distingue el presente con el pasado. Un ejemplo claro es Afganistán, donde las mujeres son vetadas de la educación, tienen prohibido hasta reírse en público o son escondidas bajo leyes abusivas por las que se las condena al alzar la voz, silenciadas.

En zonas del globo más próximas, tanto que las habitamos, la chica que liga con muchos hombres es calificada como “zorra”, mientras que, al chico en su misma posición se le ve como un “ligón” y adjetivos positivos en general. Ir solas por la calle de madrugada no debería aportar miedo, ni ser considerado como peligroso, sobran las preguntas sobre la ropa, y también los sueldos desiguales, entre otras cuestiones que reconocemos haber visto.

Está en nuestras manos que el futuro esté exento de estos desequilibrios, pero para ello hay que tratar de sortear estos equilibrismos sobre las líneas temporales, independientemente de donde sucedan, educar en la igualdad y seguir los pasos de las que abrieron este sendero para que siga la marcha.