“Ya está bien de que cierta gente se victimice con la Arandina cuando creo es responsable de su situación”

Aranda de Duero

Cuando ayer uno preguntaba a Álex Izquierdo, todo un emblema de la Arandina, por lo que había supuesto enfrentarse al club de su vida, los sentimientos le afloraban, tras mandar ánimo a la plantilla y cuerpo técnico por la situación que están abordando. "Estoy totalmente dolido, rabioso, de la situación que está viviendo mi club. Y creo que ya está bien que cierta gente se victimice, que creo que es la responsable de que el club esté viviendo esta situación. No es justo lo que le está tocando vivir al club, a la ciudad, y a todo el entorno que sentimos la Arandina", decía.

La expresión de Álex mostraba rabia. Una rabia que es compartida, porque a uno le contagió. Le sacudió. Porque cada uno tiene su propia historia con la Arandina. Hay quienes han vestido su camiseta desde que tienen uso de razón, quienes han vivido los ascensos en Alcobendas, Algeciras, o Aranda. Quienes se acordarán del gol de Pekas al Ejea. Pero muchos de esos ya no están. Y no porque no quieran al club. Si no porque sienten que ya no les pertenece. Y esa es la sensación que uno tiene. Que cada vez la Arandina es menos de Aranda. Que está secuestrada. Que se aleja más de su gente. Que ilusiona menos, que decepciona más.

Hay más arandinos en el Almazán, que en el club de la ciudad. La base, pilar fundamental, se encuentra en el peor momento de su historia. Los impagos son orden del día. Los patrocinadores escasean. La asistencia al Juan Carlos Higuero se ha convertido en la que había antaño en un simple amistoso veraniego. Porque la Arandina ha llegado a tener más de 1.000 socios (figura que ya se encargaron de debilitar), y ahora siquiera puede conocerse a ciencia cierta el número concreto de 'fieles'. Porque falta transparencia. Porque ya no se detallan en los papeles las cuentas, pero aunque se hiciera, no habría credibilidad en base a los hechos que se han visto en los últimos años. Hay cuestiones judicializadas. Cientos de comunicados -muchos sin firmar-. Una fábrica de malas noticias. Y una línea de vida que languidece.

Un problema de 'raíz'

Nadie puede dudar de la dificultad de dirigir un club deportivo. Nadie puede dudar de las horas altruistas que deben dedicarse para sacar adelante los proyectos. De la complejidad y responsabilidad que conlleva. Pero cuando con el paso del tiempo todo el mundo que se arrima a este árbol abandona dolido o decepcionado, el problema es de la raíz. Una raíz profunda, que no quiere salir de la tierra. Una raíz debilitada, que nunca pidió el SOS, pese a que había relevo. Gente dispuesta a regar. A devolver el club a Aranda.

Quizá este sea el peor momento que el club haya atravesado en su historia. Y eso es lo que ha hecho que muchos lleguemos a plantearnos si podemos estar ante sus últimos coletazos. A plantearnos cómo sería un fin de semana sin estar pendiente de la Arandina. Sin una costumbre. Sin una forma de vida.

Desde esas raíces profundas, a través del anonimato, la falsedad, el escondimiento, y sobre todo la cobardía, se seguirán lanzando mensajes sin mirarse en el ombligo de la responsabilidad, victimizándose, y culpando al entorno. A los que han estado al lado del club, a los que han colaborado, a quienes han dejado de lado ideas contrarias para sumar, y han acabado restados.

Nos duele mucho esta Arandina. Porque no siempre todo fue color de rosa. Porque ha tocado sobrevivir en momentos duros. Pero siempre venía después un episodio que nos hacía disfrutar y sonreír. Y ahora, la sensación es que después de tanto blanquiazul, puede llegar el negro.