Enzo: una luz en Aranda de Duero que se abre paso entre la oscuridad

Aranda de Duero

Cuando Sonia Ruiz y Sergio Calvo esperaban a su primer hijo, imaginaban una vida llena de risas, juegos y descubrimientos. Como cualquier pareja primeriza, habían preparado con ilusión cada detalle para recibir a Enzo. Pero aquella alegría se transformó en un silencio desconcertante el día del parto, cuando los médicos les comunicaron que su hijo había nacido con una malformación en el sistema nervioso central que le impediría ver: “Nos dijeron que tenía una discapacidad visual. Sus nervios ópticos estaban dañados y no recibían la señal del cerebro”, recuerda Sergio con serenidad. “Además, la malformación afectó a la hipófisis, así que necesita medicación de por vida. Fue un golpe durísimo”, añade.

Los primeros días fueron de miedo e incertidumbre. “Nadie está preparado para una noticia así, pero una vez que lo asumes, solo te queda mirar hacia adelante. Decidimos caminar junto a Enzo, ayudarle a crecer y a descubrir el mundo de otra manera”, explica Sonia.

Fue entonces cuando la ONCE apareció en sus vidas. La organización se convirtió en un faro de apoyo, orientación y esperanza. “Para nosotros, la ONCE fue una guía. Nos enseñaron cómo estimularle, cómo adaptar su entorno y cómo seguir adelante sin miedo. Nos devolvieron la confianza”, explica Sergio.

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Un aprendizaje constante

Sonia y Sergio aprendieron pronto que cada pequeño paso de su hijo era un logro inmenso. A través de juegos, sonidos y texturas, Enzo ha ido explorando el mundo a su ritmo. “Intentamos no cambiarle las cosas de sitio, mantener rutinas claras y, sobre todo, reforzar cada avance”, cuenta Sonia. “Cuando aprende una canción nueva o pronuncia una palabra diferente, para nosotros es una fiesta”, comenta.

A diario, esta familia convive con citas médicas, terapias y sesiones con especialistas. “Tiene neurólogo, digestivo, pediatra, logopeda… pero lo importante es que Enzo sonríe cada mañana”, dice su padre. “Y esa sonrisa lo compensa todo”. El entorno de Enzo también ha sido clave. Sus abuelos, tíos, primos y amigos acompañan cada etapa con amor y paciencia. “A Enzo no le podía haber tocado una familia mejor —afirma una amiga cercana—. Sonia y Sergio son incansables. Han convertido la dificultad en una lección de vida para todos”.

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Hoy, con tres años, Enzo es el niño con discapacidad visual más joven de la provincia de Burgos afiliado a la ONCE. Sus padres lo mencionan con orgullo, aunque esperan que pronto haya más niños y familias recibiendo el mismo apoyo. “No queremos ser pioneros —dice Sergio—, solo queremos que Enzo tenga las mismas oportunidades que cualquier otro niño. Y si con nuestra experiencia ayudamos a otros, habrá merecido la pena”.

Ver con el corazón

La historia de Enzo es también la historia de unos padres que aprendieron a mirar de otra manera. “Queremos que él crezca sabiendo que puede llegar tan lejos como desee —afirma Sonia—. Que su discapacidad no sea un límite, sino una forma distinta de entender el mundo”.

Entre citas médicas, canciones y abrazos, Enzo sigue creciendo rodeado de amor, curiosidad y esperanza. Cada paso que da es una victoria compartida. Y aunque no pueda ver con los ojos, ilumina con su forma de mirar la vida: “Nos ha enseñado a ver con el corazón”, resume su padre que le enseña a cantar la Jota de Aranda “porque el 50% pertenece a Aranda, mi tierra”. “Y eso —añade Sonia— es la lección más bonita que un hijo puede dar a sus padres", sentencia.

La entrevista al completo puede reproducirse en el audio superior.