"Comer delante de una pantalla conlleva un mayor riesgo de desarrollar obesidad", la alimentación silenciosa preocupa a los médicos
El porcentaje de personas que comen solas ha crecido 20 puntos respecto a 2017. El desayuno, la comida de media mañana y la merienda suelen hacerse a diario de forma solitaria; la comida y la cena, más en familia
La importancia de cómo comemos
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Varios estudios recientes coinciden en que nuestros hábitos alimentarios están cambiando, y no precisamente para bien. Comemos más en solitario, más deprisa, frente a una pantalla y consumimos productos más baratos y de peor calidad. En la calle, los que se cruzan con el micrófono amarillo de la Cadena SER son sinceros: "Por tema de trabajo vas corriendo, no coincides con los horarios de otra persona, entonces comes solo, coges el móvil y scroll, scroll, scroll", confiesa un chico joven. "Suelo estar viendo las noticias y cerquita el teléfono la verdad", comenta otro. "Siempre como viendo la tele", se ríe una mujer algo más mayor.
Cuando hablamos de alimentación o nutrición, siempre pensamos en cómo llenamos nuestro plato: cuántas verduras, proteínas o hidratos comemos al día o qué tipo de dieta seguimos, pero, las formas en las que lo hacemos parecen ser cruciales para el desarrollo de nuestra salud. Según un estudio reciente de la Universidad CEU San Pablo y la Fundación Mapfre llamado Alimentación en la sociedad del Siglo XXI, el porcentaje de personas que comen solas ha crecido 20 puntos respecto a 2017: el desayuno, la comida de media mañana y la merienda suelen hacerse a diario de forma solitaria; la comida y la cena, más en familia.
"Hay varios estudios que demuestran que cuando se come frente al televisor, el riesgo de desarrollar obesidad es mayor. Cuando uno está pendiente de una pantalla no es consciente de lo que come y al no ser consciente de lo que come, come más o no se acuerda de lo que ha comido e intenta complementar la cena con otro tipo de alimentos", ha explicado en Código de Barras Elena Alonso, catedrática e investigadora en la Universidad CEU San Pablo.
Cesta de la compra
Según el último estudio de la OCU, el 90% de los consumidores ha cambiado sus hábitos alimentarios para hacer frente a la subida de los precios de la cesta de la compra y ahora priorizan los productos en ofertas o marcas blancas en lugar de los alimentos frescos. También ha aumentado el consumo de productos de amplia vida útil, como los alimentos envasados y congelados, una consecuencia del crecimiento de hogares con dificultades económicas en España, que ha pasado del 23 al 35 por ciento en los últimos nueve meses. Este aumento no es necesariamente negativo. "Hay alimentos frescos, saludables, que han sido congelados como unos corazones de alcachofa, unos filetes de merluza o los precocinados como las conservas de legumbres cocidas, un gazpacho, una menestra lista para consumo. En estos casos son una opción excelente para comer saludable y con muy poca preparación, así que son muy cómodos", ha asegurado la nutricionista Beatriz Robles.
La inflación cambia nuestros hábitos de compra
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Otro hábito muy extendido pero poco saludable es el de comer de pie. "No dedicamos tiempo e importancia a esta comida, que es una comida fundamental. Debería aportar en torno al 25% de la energía total del día. O sea que no debería ser un café con con algo para acompañar, si no un desayuno completo", ha explicado Alonso. La investigadora ha concluido su charla con Fernando Bayo con algunos consejos: "Debería hacerse prestando atención a lo que se come en un ambiente cómodo. Comer despacio es uno de los de de las recomendaciones que se hace habitualmente para tener señales de saciedad que van llegando al cerebro y nos hacen sentirnos satisfechos. Si comemos muy rápido, no damos tiempo al organismo a recibir esas señales y posiblemente comamos mucho más de lo que necesitemos".