La figura de Beatriz de Galindo, la Latina
Se ha convertido en uno de los referentes del feminismo medieval. La llamada profesora de latín de Isabel I de Castilla, la reina Católica, pasa por malos momentos cuando se descubre que seguramente ni sabía latín, ni fue profesora de Isabel ni escribió una línea en toda su vida. Beatriz Galindo fue solo una camarera de la reina venida a más por un matrimonio concertado
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Madrid
Tiene una estatua, una calle, el nombre de un barrio, una para de metro, institutos públicos… y seguramente no merecería nada de esto. O al menos no lo merecería por los dones que se le han atribuido a esta salmantina nacida en 1465 y fallecida en Madrid en 1535.
Beatriz Galindo ha pasado a la historia por ser profesora de latín de la reina Isabel la Católica. Además, conocemos, o eso creíamos, que también lo había sido de sus hijas. Esta mujer de cámara había estudiado en la Universidad de Salamanca y por arte de birlibirloque llega a la corte de los Reyes Católicos comenzando así una carrera que acaba en una parada de metro de Madrid… pero la historia se las trae porque podría ser uno de los mayores fakes de la historia de Madrid.
Ni profesora ni escritora
Hace unas semanas en mi programa SER Historia, dedicamos la sección del cronovisor junto a Jesús Callejo a la figura de Beatriz Galindo, la Latina. Ese mismo lunes me escribió Ana María Carabias, investigadora de la Universidad de Salamanca en el departamento de Historia Medieval. Nosotros ya habíamos dicho en el programa que La Latina no había sido profesora de latín, pero ahí no quedaba el bulo que desde el siglo XVI se ha construido alrededor de esta mujer. Al parecer Beatriz Galindo no pasó de ser moza de cámara, una simple digna criada. Isabel se casó con Francisco Ramírez de Madrid, El Artillero, lo que la hizo crecer en el escalafón social. Pero nunca fue una humanista ni nada que se le pareciera. Como analizamos en este programa el error nace del libro Batallas y quincuagenas, de Fernández de Oviedo, escrito en 1551 en donde se aportan datos que nada tienen que ver con la documentación histórica. La bola comenzó a crecer ya en el siglo XX a partir de los estudios feministas de la década de 1960 hasta llegar al bulo actual.