Un nuevo rótulo para Beatriu Civera

València

A finales del siglo XX, y al calor de la nueva ley de liberalización del suelo impulsada por el gobierno de José María Aznar, la ciudad de Valencia sufrió un boom urbanístico que duró aproximadamente una década y que acabó, como todos sabemos, con el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y la gran crisis económica de 2008. Durante este periodo se urbanizaron grandes pastillas de terreno en los nuevos polos de construcción de la ciudad: las avenidas de Francia y de las Cortes o la Ciudad de las Ciencias, y paralelo a ello también se produjo un gran incremento del número de calles rotuladas ante la evidente necesidad de las promotoras para poder domiciliar las nuevas edificaciones. Así por ejemplo, si entre 1994-1996 se rotularon una media de 20 calles al año, en 1997 esta cifra se duplicó, llegándose a aprobar la denominación de 42 nuevas vías de la ciudad, la mitad de ellas precisamente localizadas en el entorno del nuevo acceso de Ademuz.

Y como era habitual en ese momento, el porcentaje de calles y plazas rotuladas con nombre de mujer era ínfimo, apenas el 5% del total en los años más favorables. Por ejemplo, en ese mismo año de 1997, tan solo dos mujeres llegaron al nomenclátor de la ciudad, en gran parte además gracias a partidos y asociaciones progresistas como la Federació de Dones Progressistes presidida por Carmen Ninet, que presentó un listado formado por mujeres que habían sido ejemplo de lucha y superación en los diversos campos sociales, científicos, políticos, etc. entre los que se encontraban nombres como Marie Curie, Isadora Duncan, Dolores Ibárruri, Rosa Luxemburg, Carmen Martín Gaite o María Moliner, entre otras. De entre todas ellas, dos escritoras valencianas fueron finalmente las elegidas para rotular dos plazas de la ciudad, María Beneyto y Beatriu Civera.

Beatriu Civera (València, 1914 – 1995) es considerada la primera mujer del siglo XX que utilizó el valenciano como lengua habitual en sus obras. Nació en la calle de las Monjas, en pleno centro de la ciudad, y compaginó su carrera de modista con breves incursiones en el periodismo, donde llegó a ser redactora del diario La Voz de Valencia durante la Guerra Civil. Tras la contienda retomó su trabajo en tiendas de moda, a la vez que empezó a colaborar en revistas como el Pensat i Fet o Sicánia, donde tomó contacto con el mundo literario valencianista vinculado a Lo Rat Penat, institución en la que realizó los cursos de lengua valenciana y de la que llegó a ser secretaria. Entre la década de los 50 y los 60 alcanzó el zénit de su carrera literaria con la publicación de sus novelas Entre el Cel i la Terra (1956) y Una dona com un altra (1961), siendo de las pocas autoras que se decantaron por la novela en aquella época. Su aportación a la narrativa valenciana fue muy importante y reconocida con varios premios a lo largo de su carrera. Murió en 1995, y dos años después el Ayuntamiento de Valencia aprobó denominar una plaza nueva del barrio de San Isidro con su nombre. Una plaza que desde el pasado jueves luce, gracias a una bonita iniciativa de la asociación de vecinos del barrio, una nueva placa rotuladora, artística, de cerámica y con una breve biografía de la escritora, formando un conjunto que dignifica el espacio público y la memoria de la homenajeada.