El origen del carnaval alicantino se encuentra en los bailes de mascaras del siglo XVIII
Repasamos con Rubén Bodewig las diferentes etapas por las que han pasado estas fiestas antes de su etapa dorada tras la dictadura franquista
Rubén Bodewig y la historia de los carnavales de Alicante desde 1802 hasta hoy
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Alicante
En un artículo de la Asociación Cultural Alicante Vivo, Rubén Bodewig y Juan José Amores recuerdan que la primera noticia que se conserva sobre el origen del carnaval alicantino está fechada el 2 de enero de 1802. En la misma se hace referencia a una petición para que se puedan celebrar estos festejos ya que desde tiempo atrás los alicantinos tenían la costumbre de disfrazarse.
En ese caso, la propuesta del gobernador Militar y Político, José de Sentmanalt para llevar a cabo los bailes de máscaras establecía estrictas condiciones para salir disfrazado a la calle. Entre ellas, que los participantes no pudieran portar armas de fuego. Esta relativa libertad duró poco ya que en 1807 se prohibía esta fiesta pagana y libertaria hasta que se llegó el Trienio Liberal entre 1820 y 1823.
A partir de ese momento -como nos ha contado en Hoy por Hoy Alicante Rubén Bodewig- desaparecen las noticias sobre el carnaval hasta 1901. En aquella época Alicante empezaba a ser un destino turístico, una especie de solárium invernal que atraía a muchos visitantes, lo que hizo que la fiesta popular se transformase en unos festejos más elitistas siguiendo los parámetros que se seguían en Niza o Montecarlo.
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Y es que como afirma Bodewig, el carnaval es una celebración que se ha mimetizado perfectamente con los distintos periodos políticos que durante los dos últimos siglos ha vivido nuestro país y nuestra ciudad. Durante las décadas de los 40, 50 y 60, con la dictadura franquista, fueron prohibidos y tuvo que llegar la democracia para que el carnaval viviera su época dorada.
Entonces, hasta la ciudad se disfrazada con las arqueologías urbanas o con los pendones. Estos adornos junto con el Auto de Carnaval, el Dijous de Gras, el Sábado Ramblero, el Martes de Carnaval, el Entierro de la Sardina, el Domingo de Piñata o el Baile de los Veteranos reflejaban un espíritu abierto, democrático, participativo, plural, no comercializado, autogestionario y cáustico. De hecho, como ejemplo, se le llegó a poner una máscara a la Cara del Moro.
Algo que estos últimos años se ha ido rebajando y se ha mezclado con un carnaval mucho más masivo como el que se vive en la Rambla durante la noche del sábado.