Opinión
La Columna

Sueños rotos

Javier Llopis, periodista

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Alcoy

Es como pasear por el cementerio mirando los nombres y las fotos de las lápidas. Recorrer las calles del casco histórico de Alcoy (y algunas de otras muchas partes de la ciudad) es sumergirse en un paisaje escaparates vacíos y polvorientos, de rótulos antiguos que se caen a pedazos y de carteles de se vende en los que el paso de los años va difuminando las letras. Esta lista interminable de comercios cerrados es un resumen bastante aproximado de la historia urbanística y social de esta ciudad llamada Alcoy. Este escenario de ruinas es también el reflejo de centenares de tristes historias personales; un cuadro de sueños rotos y de proyectos de vida que han quedado tocados y hundidos tras chocar contra la dura e inapelable realidad.

A los cierres por malos resultados económicos hay que añadir un continuado goteo de jubilaciones de profesionales, que deciden cerrar tiendas emblemáticas al carecer de relevo. El resultado es el que puede ver cualquier paseante caminando por calles como San Francisco y otras vías secundarias del centro: un camino de desolación, un entorno absolutamente adverso, en el que conforme pasa el tiempo se van superponiendo los locales abandonados y en el que la apertura de nuevos establecimientos es una rarísima excepción.

Sorprende que una ciudad que ha optado por el turismo y por la captación de visitantes como una de sus alternativas de desarrollo futuro haya dejado pudrir hasta este punto la situación del comercio local. Gobiernos municipales de todos los colores han fracasado a la hora de frenar esta sangría y se han mostrado incapaces de generar una dinámica que impulse la posibilidad de que Alcoy pueda ejercer de ciudad de compras, tal y como han hecho Xàtiva o Gandía.

Los más cínicos ya empiezan a proponer una solución chistosa a este infumable estado de cosas. Proponen que el Ayuntamiento haga igual que el Centro Comercial de Alzamora y que cada vez que se cierre una tienda, se tape su fachada con una foto gigante de la Font Roja, de los Moros y Cristianos o de la Cabalgata. El comercio no se reactivaría, pero la fotografía alcoyana viviría un auténtico siglo de oro.

 
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