La Comunidad de Madrid prohíbe la entrada con bengalas a macrofiestas

La normativa de la Comunidad de Madrid para eventos como el de la fiesta de Halloween es clara. Los organizadores tienen que presentar un plan de seguridad y de emergencia y los servicios municipales tienen que elaborar un informe dando el visto bueno al proyecto. Según distintos organizadores de fiestas y eventos consultados por la SER, la infraestructura de locales específicos para este tipo de fastos, como es el caso del Madrid Arena, cumplen con todos los requisitos, incluidas las salidas de emergencia. Añaden que una fiesta como esta suele contar con alrededor de 600 miembros de seguridad privada, aparte de los porteros que controlan la entrada.

En la fiesta de Halloween que acabó en tragedia estaba prohibida la entrada de bengalas y fuegos de artificio, lo que parece que fue el detonante de la estampida que ha acabado con la vida de al menos tres jóvenes en el pabellón Madrid Arena. Esta es una de las obligaciones que impone la orden que regula las actividades recreativas extraordinarias en la Comunidad de Madrid.

El proyecto que presentaron los organizadores debía reflejar las medidas de seguridad y vigilancia, el plan de emergencia, las ambulancias disponibles y el contrato con la empresa de seguridad privada que debía encargarse de que no hubiera altercados, según la citada normativa. Además, el Ayuntamiento de Madrid y los servicios municipales debieron emitir un informe a efectos de comprobar la adecuación del proyecto a la normativa vigente en materia de seguridad y protección civil. Esta orden de la Comunidad de Madrid obliga por último a los organizadores a contratar una póliza de seguro de 1.500.000 de euros y a depositar una fianza de 36.000 euros.

La Cadena SER se ha puesto en contacto con distintos organizadores de este tipo de fiestas que sostienen que en un evento de esta magnitud, aparte de los porteros, se suele contar con una plantilla de miembros de seguridad de cerca de 600 personas. Estas mismas fuentes se atreven a aventurar lo que ha pasado. Un "descerebrado", dicen, "tira una bengala o un petardo en un pasillo, quizá dentro del baño de las chicas, y se produce la estampida que acaba en una avalancha humana".