Sociedad
ACOGIDA

Vacaciones para recuperar salud

Niños del Sahara y Chernóbil son acogidos por familias guipuzcoanas

San Sebastián

Niños que vienen huyendo de las duras condiciones del desierto del Sahara y de la contaminación de la central nuclear de Chernóbil, disfrutan de un verano de paz y consiguen reponer fuerzas gracias a las familias guipuzcoanas que cada año acogen a estos pequeños.

Estos turistas tan particulares son recibidos como “un hijo más”, asegura Maite Soroa, madre de acogida de ucranianos y que confiesa que empezó esta “aventura” para conocer la experiencia de ser madre antes de tomar la gran decisión. “Es gratificante”, comenta Soroa, “además hemos tenido la suerte de ir a Ucrania y hemos visto la realidad que viven. Pensar que ahora se está viviendo en esa situación cuando aquí está tan superado hace que se te pongan los pelos de punta”.

Otra de las madres de acogida es Arantza Sanz y asegura que se trata de una labor “positiva” pero que también “tiene su trabajo y dificultad”. Una de las cuestiones a las que más les cuesta acostumbrarse a los niños saharauis son las normas. “Vivimos en una sociedad llena de normativas, hábitos y formas de conducta. En el desierto no hay normas de tráfico y aquí está todo regulado: el papel a la papelera, respetar los semáforos y sólo se puede cruzar por el paso de cebra”, asegura Sanz, que añade que a pesar de todo se trata de normas que aprenden rápido y “nunca se quejan”.

Olatz Linazisoro, voluntaria de la asociación de Chernóbil Elkartea, nos describe una fotografía triste de lo que se está viviendo en Ucrania 30 años después de la catástrofe. Las condiciones de vida de “nuestros menores son duras” y a eso hay que añadirle la crisis y el conflicto bélico. “Los sueldos son bajos y los precios son los mismo que hay aquí. Hacen verdaderas viguerías para salir adelante”, comenta la voluntaria.

 
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