‘Loco, rockero, aficionado y políticamente incorrecto’

Madrid

En este país no se le ha hecho justicia al Loco, al Loco por antonomasia, o lo que es lo mismo, a José María Sanz Beltrán, alias Loquillo, el único cantante salvable de la nefasta "Movida" madrileña (de hecho, siempre se mantuvo al margen). Mientras que Nacha Pop, Los Secretos o Mecano componían puro almíbar, Loquillo y "Los Trogloditas" se decantaron por el rock, género apenas desarrollado en España. En su primer disco, destaca una joya por la que no pasan los años: Cadillac Solitario, compuesta por el guitarrista del grupo, Sabino Méndez, e interpretada por un Loco que bien pudiera haber salido de la película American Graffiti. En ella, se recuerda a una rubia desde las laderas del Tibidabo.

Loquillo, además de ser un artista que canta a los amores olvidados, es aficionado a los toros, y siempre lo ha reconocido sin complejos, mostrándose contrario a la prohibición de las corridas en su Barcelona natal. Suele contar que creció al lado de La Monumental, y que su padre lo llevaba a la plaza; pero como no tenían mucho dinero, entraban en el último toro, cuando se abrían las puertas a todos los vecinos del barrio.

Precisamente, la semana pasada se anunció que el Tribunal Constitucional está estudiando declarar ilegal la prohibición de celebrar festejos taurinos en Cataluña tras cinco años de proscripción; sin duda, una buena noticia para Loquillo, los aficionados a la Tauromaquia y los amantes de la libertad.

Por defender sus tradiciones y no cantar ni hablar en catalán, una sombra alargada se proyecta desde hace tiempo sobre Loquillo. Sin embargo, en el exilio, su música continúa triunfando. A finales de septiembre, organizó el mayor concierto de su carrera en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, un espectáculo que, provocativamente, comenzó con los acordes del pasodoble “Suspiros de España”. Con sus voces, quince mil personas sacaron al Loco a hombros, como a las grandes figuras del toreo y el rock.