Sociedad
Opinión

Una orujera en Escañuela

La opinión de Luis Morales

Hoy por Hoy Andújar (22/01/2018)

Hoy por Hoy Andújar (22/01/2018)

54:58

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Andújar

Desde que se diese la voz de alarma, la polémica en la campiña está servida. Debe o no permitirse la instalación en Escañuela de una planta de tratamiento de subproductos del olivar, o lo que es lo mismo, una orujera.

Por ahora el Ayuntamiento de Escañuela ha otorgado al proyecto la Declaración de Interés Social y lo ha admitido a trámite. En respuesta, se ha constituido una Plataforma contraria al mismo y son muchos los vecinos, incluso el Ayuntamiento del cercano Villardompardo, quienes están alegando contra él; sabedores del perjuicio que previsiblemente ocasionaría en su medio ambiente.

En el otro lado, la promesa de creación de empleo como remedio frente al despoblamiento que en las localidades más afectadas por esta industria roza o cae por debajo de la barrera psicológica de los mil habitantes. Y surge el debate, y hasta pretende dirimirse el asunto en una consulta popular a favor o en contra; cuando el daño a algo tan valioso como es el aire que respiramos no puede quedar sujeto a una decisión democrática. Me niego a creer que la salud de las personas es un asunto discutible con argumentos tan válidos a favor como en contra.

¿Y Villardompardo? Qué capacidad de decisión tiene un pueblo a quien nadie le ha pedido opinión ni permiso y que se vería afectado por la actividad procedente de esa industria ¿Quién vela por el derecho de sus habitantes? ¿Quién decide por su aire limpio? Entramos en una cuestión complicada que en realidad no sería más que el ruido que acompañase superficialmente a una polémica, que nos dirige a un debate sobre dos formas contrapuestas de entender el desarrollo y la supervivencia de los pequeños municipios.

En una tribuna del periódico EL PAÍS hace unos días, decía Jesús Casas, exdirector de Desarrollo Sostenible en el Ministerio de Medio Ambiente, que esa generación rebelde de conservacionistas, pese a su incomprensión actual, son los mejores aliados del medio rural en su desarrollo futuro. Dejando claro que, además, el despoblamiento de estos lugares está vinculado a un cambio social de nuestros días y a, entre otros motivos, la dependencia excesiva hacia industrias de supervivencia. No olvidemos que una orujera es un engranaje más de ese modelo de desarrollo que nos ha conducido hasta la grave situación actual.

La verdadera revolución del medio rural, para muchos especialistas, no pasa necesariamente por modelos insostenibles o contaminantes que aseguren una economía mínima a costa de un perjuicio ambiental irreparable; sino de la capacidad de competir en armonía con sus valores ambientales, patrimoniales y en consecuencia de calidad de vida. Esa orujera no salvaría a Escañuela de la despoblación, y a medio plazo agravaría la situación en toda la zona; ocasionaría un nuevo problema de salud pública entre los enfermos de dolencias respiratorias; y a modo de daño colateral iría en perjuicio de las políticas conservacionistas puestas en marcha en los últimos años en municipios como Villardompardo.

Por todo esto la riqueza indiscutible que deriva de la creación de empleo debe tener en cuenta el valor de la calidad de vida, lo que hoy sigue siendo el gran atractivo que no han perdido nuestros pueblos

 
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