Música

Scott Matthew y Al Di Meola, tristeza y alegría en el Cartagena Jazz Festival

Noche de contrastes en el estado de ánimo de los intérpretes ante un público entregado en el Nuevo Teatro Circo

Scott Matthew / Pablo Sánchez del Valle

Cartagena

La noche del viernes 16 de noviembre, arrancaba el tercer fin de semana de la longeva cita jazzística cartagenera y lo hacía con un llamativo contraste sobre las tablas del teatro. De un lado Scott Matthew, un músico originario de Australia que ha hecho del elogio a la tristeza un arte, y de otro, una de las más prodigiosas manos a la hora de dotar de vida a una guitarra sacando de ella notas llenas de vida y alegría.

Abrió la velada el australiano acompañado de una banda integrada por una pianista eficaz y sobria, un bajista-guitarrista que alternaba ambos instrumentos y un contrabajo de categoría. Sus canciones eran relatos de pesar sin disimulo, historias de penas y tristezas cantadas con voz oscura, de humo, con tonalidades parecidas a las de ciertos cantantes del pop británico de los 80, llena de encanto y sensualidad, a veces rota, transmitiendo con fidelidad melancolía y, en ocasiones, desgarro.

Pese a la tristeza que sus canciones transmitían, fue la actuación de Scott Matthew un momento dulce, que producía un estado de paz e introspección en el espectador ávido de relajación tras una semana movida. Especialmente memorable fue su interpretación de "Do you really want to hurt me?" de la banda ochentera británica Culture Club, que encabezara el carismático Boy George.

Al Di Meola

Pablo Sánchez del Valle

Este guitarrista neoyorquino es uno de los grandes lujos que no todos los festivales se pueden permitir. Su presencia, y no era la primera vez, da idea de la talla y consideración que tiene el ciclo cartagenero más allá de nuestras fronteras. Estrella mundial del jazz, mente y oídos abiertos para reinventarse mil veces, para enriquecerse con influencias y sonidos de todas las latitudes, de sus manos brota magia. Sus dedos saltando a la velocidad del rayo por las cuerdas de su guitarra, su técnica es muy distinta a la de otros maestros de este instrumento. Si Paco de Lucía, con quien mantuvo una fiel amistad y admiración hasta el último día, tocaba con todos los dedos, con la mano abierta y libre, Al Di Meola lo hace punteando, con una pua que vuela sobre las seis cuerdas de forma vertiginosa.

Se hace acompañar de un guitarrista con quien mantiene un fluido y preciso diálogo sonoro, y de un acordeón que en ocasiones -las más- se adapta a las notas que marca el maestro, y otras viaja libre a modo de voz que lleva el hilo conductor de la melodía. Todo de forma armónica, sin estridencias, con total encaje y precisión para componer un paisaje alegre, preciosista, lleno de vida y optimismo, como si fuera primavera sobre el escenario.

Simpático y locuaz, contó Al Di Meola sus anécdotas con Paco de Lucía como cuando el genial músico algecireño llegó a New York para grabar allí con él por primera vez y, sin hablar nada de inglés, la música se convirtió en el lenguaje universal que le permitió hacer la grabación en una sola toma. El fin de fiesta fue un homenaje, con influencia del duende flamenco, a aquellos días.

En suma, una maravillosa velada con un hombre realmente simpático y cercano, que dejó otra de sus perlas cuando, al venirse abajo, como flácido, el soporte del micrófono con el que se dirigía al público dijo: "Como mi vida sexual", arrancando la carcajada del respetable.

 
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