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Dos victorias en una

La Real Sociedad gana al Espanyol (3-2, Willian José x2 y Merino) un partido que parecía tener ganado con dos goles nada más comenzar, pero que se dejó empatar y tuvo que sufrir para sumar tres puntos que le permiten terminar con 25 la primera vuelta

Willian José y Merino, los protagoistas indiscutibles de la Real contra el Espanyol / JUAN HERRERO EFE

San Sebastián

Sufrido triunfo de la Real Sociedad contra el Espanyol en Anoeta que acabó convirtiéndose en una auténtica locura por el ímpetu periquito por buscar un empate que no llegó y por el enérgico ejercicio final de resistencia de los txuri-urdin, jugando con uno menos y habiéndose levantado de dejarse empatar un claro 2-0. Los metros finales fue como un partido de pelota vasca, cada centro al área del Espanyol era despejado por la defensa de la Real, eso sí con más de un susto que cerca estuvo de provocar ingratos en la grada. Naldo y Llórente en propia puerta igualaron los veloces goles de Merino y Willian José, que fueron después los protagonistas del gol del triunfo realista. Una victoria balsámica para la Real, que respira y se aleja del descenso para terminar la primera vuelta enganchado al suelo de la pelea por los puestos europeos. Imanol Alguacil cuenta por victorias sus partidos como técnico en Anoeta. El Espanyol fue valiente y buscó el empate, mereció mejor suerte; pero de la ruleta rusa que se convirtió la segunda parte salió beneficiada la Real. Sigue la depresión periquita que lleva siete partidos sin ganar en ocho partidos, y que llega con el peligro de la parte baja al acecho al final de la primera vuelta.

El comienzo de partido fue tan extraño como fulgurante. Porque para el minuto 7 la Real Sociedad ya ganaba 2-0, con goles de Mikel Merino y Willian José. La puesta en escena de los donostiarras fue de una intensidad brutal, salieron decididos a por el partido, contagiados por el espíritu y la garra que les transmite Imanol Alguacil desde el banquillo. Esa fuerza les llevó a provocar hasta cuatro saques de esquina en solo siete minutos, de los que supo sacar partido en dos. El primero con un remate al larguero de Willian José cuyo rechace empujó al fondo de la red Merino. Y el segundo con una mano de David López que vio el VAR y que el colegiado decretó penalti, que se encargó de marcar el delantero brasileño.

Parecía que con esos siete minutos iniciales, el partido estaba finiquitado. Porque el Espanyol estaba tocado y los donostiarras se mostraban seguros y cómodos sobre el terreno de juego. Pero poco a poco el Espanyol fue dándole la vuelta a sus sensaciones, mientras la Real empezaba a jugar con fuego. Se limitaba a especular con el claro resultado a favor, cediéndole la iniciativa al equipo periquito, olvidándose de atacar. El Espanyol vio la puerta abierta para reducir diferencias con un testarazo de cabeza imponente que suponía el 2-1. En ese momento, la Real se caía, sin que Imanol desde el banquillo pudiera remediarlo, mientras Rubí olía la sangre y pedía a los suyos a insistir en busca del empate. Lo pudo hacer Granero desde la frontal, pero se topó con Rulli. Y lo consiguió justo antes del descanso, con un centro desde la derecha de Rosales que peinó el ‘panda’ Borja Iglesias y remató al larguero Marc Roca, pero en el rechace Diego Llórente nada pudo hacer para evitar metérselo en propia puerta. Se veía venir. por el empuje de unos, y por el conformismo de otros. El partido empezaba de nuevo.

El guión de la segunda parte comenzó igual que la primera, con la Real alternando arriba, apelando al espíritu de su entrenador, siempre decidido y valiente. Fruto de ese empuje, volvió a sacar varios córners rápidos que cerca estuvieron de aprovechar Merino y Willian José, pero sus remates se fueron desviados por poco. Pero esa fuerza inicial no duró de nuevo demasiado, y desordenó algo a la Real, también porque el Espanyol aguantó entero ese chaparrón tras salir del descanso, hasta lograr hacerse con el dominio de la pelota. El problema para los periquitos es que adolecían de profundidad y apenas inquietaban la portería de Rulli, salvo algún acercamiento aislado.

Esa indefinición de hacia donde quería ir el Espanyol la aprovechó la Real para estar en partido gracias a su esfuerzo solidario. Alguacil agitó la coctelera metiendo aire fresco con el debut del mediapunta del filial, Roberto López, y los jugadores notaron esa chispita que le lanzaban desde el banquillo. Al poco de salir el maño, Merino conectaba desde la derecha un pase envenenado con rosca hacia dentro que Willian José enviaba al fondo de las mallas. Era imposible no aprovechar semejante delicatessen. Hubiera sido una falta de respeto. El navarro estaba completando una actuación sobresaliente, hasta que vio la segunda amarilla por una entrada evitable que dejaba a la Real con un jugador menos y daba una vida más al Espanyol para buscar el empate. Los periquitos como es lógico se lanzaron en busca del premio, pero sus precipitados ataques se toparon con una ordeñada y agresiva Real, y las opciones que tuvieron, especialmente en centros laterales, se marcharon por encima de la portería de Rulli. Por insistencia quizá mereció el Espanyol empatar, pero su falta de claridad en los metros finales le condenó. La Real supo sufrir con diez jugadores los últimos 20 minutos, trabajó de forma solidaria, contagió a la grada que acabó cantando la marcha de San Sebastián y logró un triunfo tan trabajador como balsámico para seguir respirando.

Roberto Ramajo

Roberto Ramajo

Entro en el grupo en 2002 como redactor de prácticas. En 2005 se incorporó a la redacción en Gipuzkoa...

 
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