Pérez Adán: "El Cantón de Cartagena se ha malinterpretado"
El Cronista oficial de Cartagena lamenta que se quiera reducir a un 'cartagenerismo localista' un hecho histórico de gran valor
Aperitivo de A vivir, con Luis Miguel Pérez Adán
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Murcia
Un hecho histórico que situó a Cartagena en el foco para proclamar una constitución federalista en España. Una revolución de tipo burguesa, que perseguía mejorar las condiciones laborales y de vida de los ciudadanos. Eso era el Cantón de Cartagena, que Luis Miguel Pérez-Adán, uno de los cuatro Cronistas oficiales de la ciudad, lamenta que se haya querido reducir a un localismo de tinte independentista o provincialista que no reconoce el gran valor que supuso entonces.
Esa sublevación perseguía mejoras laborales como la jornada laboral de 8 horas, o avances sociales como el divorcio, y para nada significa movimientos independentistas o para la creación de una provincia. Esa desvirtuación se debe, bajo su punto de vista, a que la historia la cuentan los vencedores.
Este episodio del siglo XIX es uno de los muchos con que cuenta la historia de Cartagena, que ha vivido épocas gloriosas: de su importancia en época romana, a los siglos XVI y XVII de la Cartagena de los Austrias, que la convierten en una plaza militar fuerte; en el s. XVIII, cuando consigue la capitalidad marítima del Mediterráneo; en el XIX, cuando llega a ser la novena ciudad en población del país, sin ser capital de provicia; o en el s. XX, viviendo una etapa dorada con el Modernismo.
El declive llegó con la Guerra Civil, siendo el último reducto republicano, que la sumió en un letargo cultural y una dura posguerra. Quizá como consecuencia de esa oposición a Franco, Pérez -Adán cree que esta ciudad no le resultaba simpática al régimen, y ejemplo de ello es que en 40 años de dictadura visitó la ciudad en contadas ocasiones.
Más que a nivel económico, el castigo que infringió el régimen franquista se tradujo en la cultura. Los escritores de la Generación del 27, como Carmen Conde, Antonio Oliver o Rodríguez Cánovas, que habían convertido a Cartagena en la "Covadonga de las letras", acabó sesgada en su totalidad. Algo que le costó volver a rcueprar con el paso de los años.