Manzanares corta la única oreja en el estreno de la temporada taurina

Sevilla

El diestro alicantino José María Manzanares ha sido el único que ha tocado pelo -cortó una oreja al segundo toro de su lote- en el festejo celebrado este Domingo de Resurrección en la plaza de toros de Sevilla, donde Julián López 'El Juli' se fue de vacío y el peruano Roca Rey se pegó un serio arrimón en el sexto, provocando división de opiniones por parte del respetable que llenó los tendidos de La Maestranza.

El Juli se templó de capa con el toro que abrió plaza, un animal que tuvo cierta clase pero que se dejó buena parte de sus fuerzas empujando en el peto del caballo de picar, yendo enseguida a menos en la muleta. Una estocada que asomó y un descabello sirvieron para despacharlo. Al cuarto, le enjaretó tres buenas verónicas por el pitón derecho, brindando al respetable la faena de muleta. La pena es que tras los intensos doblones iniciales, el toro se afligió y el trasteo no acabó de tomar vuelo antes de la definitiva estocada tendida.

El primer toro de Manzanares tuvo buenas embestidas, pero siempre se empleó queriéndose ir de la pelea. Logró el alicantino amarrarlo en un quite por chicuelinas y en algún intento de serie por el pitón derecho, pero la faena no llegó en ningún caso a ser compacta. Lo mató de estocada tendida. El quinto terminó siendo el mejor toro de la tarde y eso que casi paga los platos rotos de sus hermanos ya que parte del público lo protestó para que fuera devuelto a corrales. 'Duplicado', que así se llamaba el de Victoriano del Río, sacó clase de sobra y Manzanares la administró en intensas series por el pitón derecho y otra al natural con un muletazo larguísimo más un templado pase de pecho. Toreo de mano baja, molinete ligado a un despacioso pase por alto y estoconazo en la suerte de recibir que puso en manos de alicantino la única oreja de la tarde.

Roca Rey quedó prácticamente inédito ante un primer oponente sin transmisión al que, además, pinchó hasta en tres ocasiones antes de la estocada definitiva. En el que cerró plaza, el peruano rozó el triunfo y no precisamente por el camino del toreo exquisito. Justo de entrega su oponente, Roca quitó por ajustadas chicuelinas, brindó al respetable y presentó credenciales con cuatro estatuarios plenos de quietud antes de pegarse un serio arrimón que provocó reacciones dispares en el público entre los que le aplaudían y los que le censuraban tanto arrojo con algunos pitos. Estocada desprendida y ciertamente la petición nunca llegó a dar para el premio de la oreja.