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OBITUARIO

Baldomero, un presidente de supervivencia

El presidente de la Gimnástica Segoviana de la década de los noventa vivió una etapa complicada del club, llena de estrecheces económicas, sin lograr éxitos deportivos y el respaldo social

Baldomero Martín, junto al actual presidente gimnástico, Agustín Cuenca, en el 90 aniversario del club / JUAN MARTIN

Segovia

La noticia del fallecimiento de Baldomero Martín, el presidente azulgrana de la década de los noventa, recorre a los veteranos de la afición gimnástica como un relámpago. Su corazón ha dicho basta a los 75 años de edad, y la cabeza se pone a recordar a los que vivimos aquellos años de cerca.

La figura de Baldomero Martín será imprescindible para entender la historia de la Gimnástica Segoviana. Llegó al club tomando el testigo de Pedro Antonio Hernández Escorial, el presidente que casi llega a ser presidente de la Federación Española de Fútbol. La seña era completar con su bolsillo el déficit presupuestario. Baldomero Martín llegó a un club con los aficionados acostumbrados a que el presidente pone lo que falta, y claro eso no era posible.

Es una época donde el paso del fútbol segoviano lo marcaba el Whisky DYC de Palazuelos de Eresma que entrenaba Minguela. El clásico Monteresma vivía sus momentos de gloria, en los que el dinero de su patrocinador, lograba imponerse casi siempre en las negociaciones con los mejores jugadores locales…. Y eso Baldomero Martín le traía por la calle de la amargura. Cuando desapareció el DYC, llegó la crisis de los noventa, tras la borrachera nacional de las Olimpiadas y la Expo. Y además el comienzo del fenómeno social del Caja Segovia de Elías que sentaba las bases del éxito posterior, supuso una competencia añadida en el panorama del deporte local. No le tocó una época fácil para llevar las riendas del club.

Baldomero Martín no pasaba nunca desapercibido. Eran los años en los que los presidentes del fútbol eran unos personajes. Jesús Gil en el Atlético de Madrid, para el que trabajó en la construcción de Los Ángeles de San Rafael, Ruiz de Lopera en Betis, Mendoza en el Madrid, Núñez en el Barça… y Baldomero imitaba sus gestos y actitudes, envalentonando a sus aficionados y buscando culpables ajenos a sus males. Los jugadores y entrenadores se las veían y deseaban cuando la nómina no llegaba a final de mes. Empezaba el lío y la movida en el vestuario, pero Baldomero Martín aprovechaba de su experiencia y labia de buen promotor inmobiliario, para ganar tiempo, aplazar la deuda, y salvar el “match-ball”. Sospecho que muchos jugadores, entrenadores o proveedores se quedaron sin cobrar, pero a la siguiente temporada Baldomero ya había montado un nuevo proyecto con jugadores distintos, o incluso repitiendo algunos bajo promesa de que ahora sí, que ahora iban a cobrar todo lo del año más lo pendiente del anterior.

Plantilla de la Gimnástica Segoviana en los años noventa / ARCHIVO GIMNÁSTICA SEGOVIANA

En lo deportivo no fueron años brillantes. La Gimnástica Segoviana peleaba por estar arriba con los grandes…. Pero su puesto era siempre del sexto al octavo clasificado, incluso en la temporada 96-97, la última de su mandato el equipo acabó 16º, luchando por evitar el descenso y con el Nava Molduras como nuevo competidor en el fútbol local. Entrenadores como Ramón Cuadrado, Adolfo Martín “el taxista”, Alvarado o Mezquita no lograban entrar en la élite del grupo castellano y leonés, eso que ahora parece de lo más normal. Hubo que esperar hasta la temporada 97-98, con Gregorio Garrido ya de presidente, para jugar el primer play-off de ascenso, aquel del recordado partido del Lealtad de Villaviciosa.

Eran años de estrecheces y muchas limitaciones económicas. Campañas de 300 espectadores en La Albuera y donde las fotos de la prensa se ilustraban con fondos de gradas de hormigón sin público. Los viajes más cercanos se hacían en coches particulares, de lo que doy fe, pues no era raro viajar a Burgo de Osma, Ávila o Valladolid en el coche del presidente o el delegado. Siempre estaba acompañado por su esposa Pilar, y con sus cuñados Miguel Angel, que era el delegado del equipo, y su mujer Elena. En esos viajes descubrí su categoría humana. Mira que le zurrábamos en la emisora donde entonces trabajaba, especialmente un personaje oculto que se llamaba “Pepe Nervios” que hacía siempre un comentario ácido de su gestión. Las tertulias de los lunes por la noche se escuchaban en directo en la junta directiva, entonces no había Facebook ni “guasap” donde compartir el enlace. Pero el domingo allí estaba yo en el coche de Baldomero y Pilar para contar el partido en la radio, y todo se quedaba en un “como pille yo al Pepe Nervios ese….”.

Baldomero fue el responsable de que la Gimnástica Segoviana recuperara los colores históricos. El azulgrana regresó a la elástica del club, tras la fallida operación de su antecesor de poner el color azul celeste como primera equipación. Los colores de la bandera de Segovia, no cuajaron, y Martín recuperó el azulgrana que aún perdura, pese a que periódicamente surgen voces en su contra.

Siendo presidente gimnástico vivió también uno de los momentos más duros de su vida. El fallecimiento de su hija Silvia, tras reaccionar mortalmente a la picadura de una avispa. Aquello dejó a la familia marcada, como no podía ser de otra forma, y poco después dejó el club.

Plantilla de la Gimnástica Segoviana en los años 90 con García Alvarado como entrenador / ARCHIVO GIMNÁSTICA SEGOVIANA

Os voy a confesar una cosa. Uno de los mejores fichajes de la historia del club lo hizo él. Fue Baldomero el que le dio la alternativa al gran Josito. Era el utillero de los juveniles, y bajo su mandato empezó a trabajar para el primer equipo. Baldomero se ocupaba que a Josito nunca le faltara un Cola-Cao y unos donuts cuando el equipo paraba en la estación de autobuses de Tordesillas a recoger al grueso de la plantilla, que entonces procedía de Valladolid, en aquellos eternos viajes al Bierzo y León por las carreteras de la época donde las autovías brillaban por su ausencia. Cuantas veces lo hemos recordado Josito y yo.

Tras su paso, no recuerdo verle muchas veces por La Albuera. El club azulgrana durante muchos años era una “máquina de picar carne”. El que pasaba por allí salía destrozado y sin ganas de fútbol para muchos años. Nada que ver con los últimos años, en los que el prestigio social se ha recuperado de una forma increíble. Si tuve la suerte de coincidir con los campos de Nueva Segovia, donde no se perdía ver a su nieto que se iniciaba en el mundo del fútbol base y en la actualidad milita en un equipo infantil de la Gimnástica Segoviana.

Anverso del carné de socio gimnástico en los años '90 / CADENA SER

Nos deja Baldomero Martín, el protagonista de una etapa de supervivencia del club, como fueron los años noventa. Unos años de quiero y no puedo. Baldomero trató de recuperar el orgullo gimnástico, como rezaba aquella leyenda de los carnés de socio de su etapa presidencial que decía “Ser socio de la Gimnástica, es orgullo de segoviano”. Hasta siempre Baldo, eres historia de la Segoviana.

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