Fallece Isabel Hernández Balbás, albacea de la Memoria Histórica desde la Guerra Civil
Defendió que era posible la reconciliación desde el conocimiento de la verdad de la barbarie de la guerra y la postguerra

Fallece Isabel Hernández Balbás / cadenaser.com

Palencia
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Palencia comunica el fallecimiento de Isabel Hernández Balbás (Palencia 1918-2019), albacea de la Memoria Histórica desde la Guerra Civil. Con tal motivo, el miembro de la asociación e historiador Pablo García Colmenares ha escrito un obituario en su memoria que reproducimos íntegramente.
"El 1 de mayo de 2019 falleció esta mujer que, recién casada en 1936, sufrió en primera persona el golpe de Estado del 18 julio en la ciudad de Palencia. Una sublevación militar que le arrebató a su padre, Gregorio Hernández González, jefe de la policía municipal y a sus dos hermanos: Gregorio oficial de los juzgados y Joaquín, guardia municipal. Los hermanos con responsabilidades en el partido socialista. Todos ellos detenidos por defender la legalidad constitucional y las instituciones públicas en la mañana del 19 de julio. Joaquín fue “paseado” y mal tiroteado esa misma mañana, por lo que falleció en el hospital al día siguiente. Gregorio, padre y hermano, serían juzgados y condenados, con otras autoridades municipales “por rebelión militar” contra los golpistas que provocarían la larga Guerra Civil española. Sin ninguna garantía procesal serían fusilados el 19 de agosto de 1936. Todos ellos fueron enterrados en fosas comunes en el cementerio de la Carcavilla por lo que pudimos homenajearles y grabar sus nombres en el monumento levantado en 2008 en ese espacio. Acto al que pudo acudir una Isabel emocionada y reconciliada con el pasado y el olvido, tantos años prolongado por la sociedad española, con las víctimas y sus familiares.
Desde la visión de un historiador profesional, Isabel forma parte de la pléyade “albaceas” de nuestra memoria histórica de la Guerra Civil y la penosa dictadura franquista, ya que, también, su marido Lorenzo fue detenido y encarcelado, sin cargo alguno, durante varios años. Tuve la suerte de conocer a Isabel y su lúcido testimonio en 2004 y en enseguida brillaron en ella elementos humanos y científicos que quiero destacar. Los aspectos humanos sobresalían, por encima de los demás, ya que su deseo era informar de lo que había visto y sufrido en primera persona desde el golpe de estado de la mañana del domingo 19 de julio de 1936. Por su edad era un testimonio de una mujer adulta que había vivido los hechos y que había sufrido, las detenciones, el asesinato y el fusilamiento que supuso la quiebra de su mundo que quedó arrumbado y su familia destrozada. El trauma psicológico debió ser extraordinario, como lo era la barbarie sufrida y mantenida sin atención alguna que se prolongó con la democracia española recuperada, tras la muerte del dictador. Sin embargo en las entrevistas, sólo transmitió información y conocimiento de los hechos, básicos para un historiador y su única reivindicación fue que se “conociera la verdad” y “reparara la injusticia del olvido” con tantos hombres como ellos cuyo único delito fue defender los derechos y libertades democráticos y constitucionales.
La información oral proporcionada, recogida en su memoria, se convierte en una fuente básica para el historiador, máxime cuando los archivos de la represión han sido esquilmados o destruidos en España, por lo que la reconstrucción de los hechos sólo puede rehacerse desde los testimonios. Pero la aportación de mujeres como Isabel no sólo nos dan oportunidad de recuperar la memoria histórica si no que nos dan el conocimiento de los hechos que pueden así ser reconstruidos. Con ello nos dan a la sociedad española nuevas oportunidades: primero nos permiten conocer la verdad y reparar la memoria de las víctimas y atenuar el trauma sufrido por ellas y sus familiares directos durante tantas décadas, desatendidas y aun vilipendiadas. Por otra parte, el conocimiento que nos proporcionan nos permite desvelar las mentiras y olvidos de la dictadura y la transición y hacernos reflexionar para que una atrocidad como la acometida por los sublevados desde julio de 1936, nunca pueda volver a repetirse. En el caso de Isabel Hernández Balbás aún iba más allá, ya que, sin rencor, entendía que era posible la reconciliación entre los españoles/as desde el conocimiento de la verdad de la barbarie de la guerra y posguerra y la aplicación de una justicia reparadora desde las instituciones democráticas. Algo obvio y lógico. Una mentalidad que supo transmitir a su familia y a los que la conocimos.
Un ejemplo para todos es el testimonio de una mujer que, a pesar de lo sufrido, y
con menos motivos, amaba a este país como la que más".
Pablo García Colmenares
Historiador. Universidad de Valladolid
Miembro de la ARMH Palencia




