Dientes, dientes

Esto se acabó por esta temporada, aunque hasta que no pasen algunas horas no va a ser fácil de digerir. Pero no duden que los grandes éxitos deportivos están cimentados sobre decepciones como la de este domingo. En nuestros escasos seis años de vida no habíamos sufrido aún los reveses necesarios para ir haciendo el callo, aprender de los errores y seguir creciendo en todos los sentidos.

Hay que felicitar al Algeciras, al Ceuta, al Utrera y al Cádiz B, pero llegar a la última jornada dependiendo de terceros rivales con suculentos patrocinios de empresas y administraciones, y con tantos intereses de toda índole de por medio, nos situaba como ovejas en medio de una manada de lobos que nos ha acabado devorando. Sin embargo, el Xerez Deportivo FC, el de la afición, el asambleario, el libre de deudas, el honesto, el cumplidor, el que no le cuesta ni un céntimo de euro a los contribuyentes jerezanos, el que acierta y se equivoca porque el club perfecto no existe, el que tantos rencores despierta y tan pocos apoyos y favores recibe, el que cae muy bien o muy mal pero a nadie deja indiferente, al que no le cortan el césped antes de un partido vital y nadie mueve un dedo para desenmascarar a esa mano negra, el que entusiasma, el que decepciona, el que engancha y el que enamora, el que sigue pagando la novatada…

Este Xerez –el mío, el tuyo y el nuestro- ha saldado con nota la temporada de su debut en categoría nacional. Y esto no es buenismo. Es la realidad de una categoría en la que sabíamos que ya no íbamos a poder pasearnos y en la que teníamos que pelear con los siete equipos que nos superaban en el presupuesto, como así ha sido hasta cinco minutos antes del final de la competición. ¿Que se podía haber llegado más lejos? Seguro que sí. Pero también se podía haber entregado la cuchara mucho antes, y sin embargo hemos estado en la pelea hasta el final. Esta afición debe estar orgullosa de su club casi tanto como estos jugadores, técnicos y directivos pueden estarlo de una hinchada que sí ha demostrado ser de una categoría muy superior. Porque haber contado, recién ascendidos de Regional, con la confianza de 3.000 socios en la ciudad apática por excelencia es como para hacerle un monumento a esos incondicionales que han estado con los suyos a las duras y a las maduras, y que hoy lloran, pero que mañana podrán ir con la cabeza muy alta y la sonrisa en la cara. Porque a orgullo y dignidad ninguna otra afición nos supera.

También habrá que analizar lo que se ha hecho bien y en lo que hemos fallado para ir corrigiendo errores y seguir ganando en experiencia y en sabiduría. Con estos mismos mimbres en la masa social, más los que quieran sumarse al proyecto, arrancamos desde ya un nuevo asalto basado en los mismos valores y con la ilusión por bandera. Alcanzar el ascenso a Segunda B el primer año no era fácil, aunque el objetivo no se ha quedado tan lejos. No sé si a la segunda será la vencida, ojalá que sí, pero lo que sí está meridianamente claro es que esta locura no tiene vuelta atrás. El futuro es nuestro, y lo mejor está por llegar. Ahora más que nunca, #seguimos.