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La finca Villa-Paz de Saelices acogió a infantas, toreros, actrices y astronautas

En los años 20 fue la realeza de entorno de la infanta Paz y en los 50 y 60 las amistades de los Dominguín y Bosé

Boda de Dominguín con Lucía Bosé, oficiada por el cura de Saelices, 1955. / Lendinez Revista El Ruedo

Cuenca

Villa-Paz es una finca agrícola situada en la localidad conquense de Saelices, en las Casas de Luján (Cuenca), que la empresa propietaria lleva gestionando desde hace varias décadas, tras la venta de la misma por su anterior titular, Luis Miguel Dominguín, si bien en su origen, y como bien indica su nombre, perteneció a la infanta Paz, por herencia regia de su abuela la reina María Cristina, en los predios de Riánsares. Esta semana en Páginas de mi Desván, el espacio que coordina José Vicente Ávila y que emitimos los jueves en Hoy por Hoy Cuenca, hacemos un repaso por la vida de este paraje agrícola y ganadero de Villa Paz que tanto en la década de los años veinte cuando pertenecía a la Infanta Paz o en las décadas de los 50 y 60, cuando pasó a manos del torero Luis Miguel Dominguín, fue el epicentro de reuniones sociales, fiestas y todo tipo de acontecimientos, con presencia de infantas y reyes, en la primera época, y de toreros, actores y actrices de Hollywood, pintores, escritores y hasta astronautas, de las que dieron cuenta los periódicos y revistas, la televisión y el No-Do.

La finca Villa-Paz de Saelices acogió a infantas, toreros, actrices y astronautas

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De Villa Paz se pueden contar una y mil historias para escribir más de un libro. Ya en 2007 la periodista belmonteña María Victoria Cavero publicó en la colección Atalaya Paz de Borbón, la Infanta de Villa Paz. Impresiones y emociones de una vida en el compás de Cuenca, en el que dio luz a una etapa olvidada de esta infanta, que fue Princesa de Baviera, y sobre todo su relación con nuestra ciudad, que solía visitar, acompañada por su esposo el príncipe Luis Fernando de Baviera. Cuando heredó la finca de las Casas de Luján, dividida en dos partes, ella le puso a la suya el nombre de Villa Paz, quedándose su hermana Eulalia con la denominada finca Castillejos, luego abandonada. Entre sus estancias en Alemania y España, la infanta Paz no dejaba de venir a descansar a la “paz” de Villa Paz, como solía decir, y extasiarse con las bellezas de Cuenca, como quedó de manifiesto en Abc donde contaba sus impresiones.

La infanta Paz tuvo plaza en Cuenca y hace pocos años ha vuelto al callejero conquense en la barriada del Cerro de la Horca. Entre los años 20 al 30 fueron varias las visitas a Cuenca de la Infanta Paz, aunque dos de ellas de especial relieve. La primera tuvo lugar el 26 de octubre de 1924, con ocasión de la colocación de la primera piedra para el Monumento a los Soldados conquenses muertos en África, encargado a Luis Marco Pérez. Al efecto, el Ayuntamiento había acordado en sesión plenaria del día 23 dar el nombre de Plaza de la Infanta Paz a la de San Francisco y ceder para la instalación del Monumento el Centro de la Glorieta. A las tres y media de la tarde se colocó la primera piedra con la bendición del obispo Laplana, ante gran gentío. Por la mañana, la infanta, que había entrado por San Antón en caravana multitudinaria, había asistido en el campo de fútbol del Sporting, situado junto a las obras de construcción de la plaza de toros, a una misa de campaña con entrega de la Bandera al Somatén de Cuenca. Cita la prensa que en el cerro de la Casa Blanca había más de tres mil personas.

Boda de Antonio Ordoñez y Carmina en Villa Paz, 1953. / Martín

El monumento se inauguró a mediados de 1926 y aunque estaba anunciada la presencia del rey Alfonso XIII, que así se lo comunicó a Marco Pérez en una visita a Cuenca, finalmente el acto de inauguración lo presidió la infanta Paz. Era la primera estatua al aire libre que se colocaba en la ciudad. La infanta volvió a Cuenca en diversas ocasiones, siendo posiblemente la última a finales de mayo de 1930, acompañada de sus hijos Adalberto y Pilar. Visitaron la catedral y el altar de San Julián y la Virgen del Sagrario y se desplazaron hasta los montes de Los Palancares, junto al jefe del Distrito Forestal, Jorge Torner, regresando de nuevo a la ciudad para recorrer la hoz del Huécar y retornar a Saelices.

En aquel remanso de paz de Saelices no faltaría alguna visita real a la tía Paz. Entre las visitas reales a Villa Paz destaca la efectuada el 31 de marzo de 1929, Domingo de Resurrección, por los reyes de España Alfonso XIII y Victoria Eugenia, que estuvieron acompañadas por la reina de Rumania y su hija, la princesa Ileana y la princesa de Sam Sam, como huéspedes del infante Alfonso de Orleans, esposo de la infanta Paz. Contaba la prensa conquense que la comitiva automovilística fue recibida en el límite de la provincia de Cuenca por el gobernador civil y otras autoridades, que les acompañaron hasta la finca de Saelices, donde les despidieron. Los reyes y princesas almorzaron en Villa Paz con su tía y por la tarde dieron un paseo a caballo por la finca. Finalmente se desplazaron con los coches hasta Uclés para visitar “el célebre Monasterio”, regresando posteriormente a Madrid.

El patio de la finca lleno de invitados en la ceremonia nupcial. 1953. / Martín

Como bien recoge María Victoria Cavero en el citado libro sobre la infanta y Villa Paz, “la guerra civil con su diáspora fue descapitalizando la regia heredad…” y en esa década de los cuarenta entró en proceso judicial. La infanta falleció en 1946, aunque la finca tenía su administrador en José Durán, que no dudó en invitar al entonces nuevo obispo de la diócesis conquense, Inocencio Rodríguez, quien pernoctó en la tarde-noche del 10 de noviembre de 1943 en su viaje de entrada a Cuenca, que hizo desde Belinchón, Tarancón y Saelices, para seguir al día siguiente por Montalbo, Palomares, Torrejoncillo y Naharros hasta Cuenca. Apunta María Victoria Cavero que el 6 de octubre de 1951 se subastó la finca en el Juzgado de Primera Instancia de Tarancón, por un 1.300.000 pesetas, siendo adquirida por el matador de toros Luis Miguel Dominguín, como mejor postor en la cantidad de dos millones setecientas diez mil pesetas.

La finca cambia su cariz, con ganado bravo, plaza de tientas, su producción agrícola… y sus primeras fiestas. Uno de los primeros acontecimientos celebrados en Villa Paz, tras la compra de la finca por Dominguín fue el de la boda de su hermana Carmen González con el torero Antonio Ordóñez, que además enlazaba a dos dinastías taurinas: la de los Dominguines y la de El Niño de la Palma, que en el futuro aumentaría con sus nietos, los Rivera Ordoñez. La boda multitudinaria tuvo lugar el lunes 19 de octubre de 1953, en el patio de la finca, donde se instaló un altar con la Virgen del Pilar, aunque en el interior de la casa había capilla. Bendijo la unión el franciscano padre Juan, confesor de la novia, siendo padrinos Luis Miguel Dominguín por parte de su hermana y Consuelo Arango, madre del novio. Una gran multitud llenaba el patio general de la finca siguiendo la ceremonia de pie. Como se solía decir entonces, a la boda asistió el “todo Madrid” de la intelectualidad, con el diplomático y escritor Edgar Neville a la cabeza, y los mejores toreros del momento como Domingo Ortega, Aparicio y cómo no, la saga de los Cayetano de El Niño de la Palma. La fiesta, con cóctel y almuerzo duró toda la tarde y hasta bien entrada la madrugada y en dos salones se exhibían centenares de regalos para los novios.

El cura de Saelices, D. Julio, casando a Dominguín y Lucía Bosé. / El Ruedo

Entre la crianza de toros y capeas en Villa-Paz, aún hubo otra boda, aunque menos multitudinaria. Este enlace se celebró con mayor intimidad familiar y por imperativo de la época. Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé se habían casado por lo civil el 1 de marzo de 1955 en Las Vegas. Ese matrimonio no se veía bien en la España franquista, aunque Luis Miguel quisiera demostrar que era el número 1, haciendo de su capa un sayo, y manteniendo una gran rivalidad con su cuñado Ordóñez que Hemingway describió en su Verano sangriento. Es conocido que en una cacería en la que coincidió con Franco éste le preguntó al torero: “¿Cuál de los tres hermanos es el comunista?”. Luis Miguel, sin inmutarse le contestó: “Los tres, Excelencia, los tres somos comunistas”. Ante la presión social, Luis Miguel convenció a Lucía Bosé para casarse por la iglesia, habló con el cura de Saelices, don Julio Díaz Grueso, que era natural de Montalbo, y el 16 de octubre de 1955 se celebró la boda en la capilla de Villa Paz. La información de la revista El Ruedo es toda una “perla”: “El romance de amor de la gran actriz italiana Lucía Bosé y del torero español Luis Miguel Dominguín ha recibido la bendición de la iglesia católica. El tradicional fervor de los toreros españoles –que saben muy bien que cuando un toro les levanta los pies del suelo quedan en las manos de Dios— y la indudable catolicidad de la bella Italia, que guarda en Roma el más preciado tesoro de la cristiandad, se ha unido en un mismo bello anhelo de amor santificado”.

La pareja fue apadrinada por los padres de Luis Miguel, Domingo González, fundador de la saga, y Gracia Lucas, pues la familia de Lucía entendía que la boda ya se había celebrado en Las Vegas. No faltó la abuela del torero, que dio la bienvenida “a casa” a Lucía Bosé con unos sonoros besos y regusto de felicidad por esa unión cristiana. Por cierto, en la información de la revista El Ruedo se cita a Saeces en lugar de Saelices.

Bautizo de Miguel Bosé en Saelices, 1956. / Lendinez

Y claro, entre tanta boda con fiestas camperas, no faltó un bautizo. Cuando nació Miguel Bosé en Panamá el 3 de abril de 1956, su madre decidió que fuese bautizado en la capilla de Villa Paz, hecho que se produjo el 12 de julio de ese año, oficiando el sacramento el párroco de Saelices, don Julio Díaz Grueso, que ya había casado a la pareja. El padrino fue el director de cine Luchino Visconti, y la madrina una amiga de Lucía Bosé, Marguerita Varzi. El hecho de que el primogénito de Luis Miguel fuese bautizado en la localidad conquense motivó que el ayuntamiento dedicase una calle a Luis Miguel González Bosé y por la constante colaboración que prestaba Dominguín al pueblo organizando festivales taurinos en las fiestas de septiembre con importantes figuras del toreo. Sin embargo, en junio de 1983, ya avanzada la democracia, el Ayuntamiento de Saelices decidió suprimir la calle del ya entonces famoso cantante y darle el nombre de Segóbriga, que fue noticia de prensa.

En 1996, una nueva Corporación saeliceña acordó recordar la labor que hizo Luis Miguel en Saelices dedicando un monolito junto a un parque. Por otro lado, es justo apuntar un dato poco conocido, en este caso referido a Lucia Bosé, como el sucedido en mayo de 1959, del que se hizo eco el periódico Ofensiva. En El Hito dio a luz una mujer en su casa tras un laborioso parto, pero observando que perdía mucha sangre decidieron trasladarla al hospital de Tarancón, pero no había medios. El párroco se acercó con la moto hasta la cercana finca de Villa Paz y fue Lucia Bosé con su coche Fiat la que se ofreció a llevar a la parturienta hasta Tarancón, donde fue debidamente atendida, al igual que el recién nacido, manifestando el ginecólogo que de haber tardado un poco más hubiese fallecido.

Capea en Villa Paz con Luis Miguel toreando con su hijo Miguel Bosé sobre sus hombros / Programa Fiestas de Saelices 1994

No fueron siempre “días de vino y rosas”, sino que también un luctuoso suceso afectó la vida cotidiana de “Villa Paz”, tras una fiesta campera. Un terrible accidente mortal de carretera se produjo el 24 de mayo de 1969. Dominguín había ofrecido una fiesta campera a unos magnates de Hollywood, en la que torearon el propio Luis Miguel, Rafael de los Reyes Gitanillo de Triana (ambos formaron terna con Manolete en la trágica tarde de Linares del 28 de agosto de 1947) y su yerno el torero venezolano Héctor Álvarez. El escritor Enrique Herreros, que había viajado a Saelices con Jaime de Mora y Aragón, se quedó en la finca al desaparecer de la escena el hermano de la reina Fabiola, y aunque Gitanillo le invitó a marcharse en su coche a Madrid, Enrique se quedó a dormir al sentir dolores por un revolcón del becerro. A las siete de la mañana llegó la noticia de que Gitanillo de Triana y su yerno Álvarez habían perdido la vida en un accidente al empotrarse el coche en los bajos de un camión en el km. 70 de la carretera de Valencia, quedando los cuerpos en el cementerio de Belinchón. Cuatro años después, en esta misma carretera y en el término de Villarrubio, ya pasado Saelices, se produjo el accidente en el que murió Nino Bravo.

Entre tanto famoso que pasó por Villa Paz un día apareció por allí un astronauta capote en ristre, en caravana de coches americanos. Una de las visitas más especiales a la finca de Saelices fue la que efectuó el astronauta norteamericano Charles Conrad, el 15 de octubre de 1966, acompañado de los embajadores de Estados Unidos y Filipinas. Conrad había protagonizado junto a Gordon Cooper en agosto de 1965 el vuelo del Géminis IV, que había durado ocho días, y un mes antes de acudir a tierras conquenses; el 18 de septiembre de 1966 había dirigido la operación Gémini XI como comandante piloto, también acompañado por Gordon. La misión fue un éxito. Charles Conrad asistió en Madrid al Congreso Internacional de Astronáutica y fue invitado a participar en un tentadero en la finca de Luis Miguel Dominguín, y hasta Saelices viajó con los citados embajadores y otros importantes invitados al Congreso.

Charles Conrad se abre de capa en Villa Paz. / Texeda

Una visita de la que dio cuenta Diario de Cuenca en amplio reportaje. La referencia de aquella fiesta campera en la finca de Saelices la contaron con todo detalle José Luis Muñoz Ramírez en el texto y Antonio Texeda con sus fotografías, bajo el titular de “Charles Conrad entró en la órbita taurina”. El astronauta le dio más de media docena de capotazos al becerro que tuvo en suerte. Para la capea se habían preparado siete vaquillas, pero la lluvia obligó a suspender el festejo tras tentar el tercer becerro. Conrad cogió el capote de la mano de Dominguín, que le dio unas instrucciones, y según el relato de José Luis Muñoz: “Tras una primer cite, Conrad esperó a pie firme al becerrete, extendió el capote y le dio el pase. Giró. Volvió a extender el paño y el toro volvió a pasar. Y así una y otra vez. Incluso Lucía Bosé se subió al caballo de picar para tentar en la suerte”.

Concluía Muñoz Ramírez que como un consumado torero al final el público asistente le dedicó una gran ovación y “el abrazo de Dominguín en una simbólica alternativa”. Incluso el embajador norteamericano, Angier Biddle Duque, toreó por naturales y redondos. Tras la capea, la comida en las amplias estancias de Villa-Paz y la consabida sobremesa en la que Conrad dijo que sólo había viajado a Maspalomas en Canarias y ahora en Madrid y este tentadero que sería inolvidable para él, pues se llevó una cinta a Estados Unidos para que sus hijos Tommy, Peter, Chris y Andy lo vieran solo ante el peligro. Balbuceando el castellano comentó Conrad: “Para uno siempre es más difícil lo que no sabe hacer. Es mucho peor torear que volar”.

El astronauta Charles Conrad cita al becerro en Villa-Paz. / Texeda

Le quedaba un viaje aún más importante a Charles Conrad, del 14 al 24 de noviembre de 1969 en el Apolo XII, con el aterrizaje en la Luna, acompañado de Alan Bean. Era el tercer hombre que pisaba la Luna, tras haber pisado la arena de la plaza de tientas de “Villa-Paz en Saelices”. Cumplió lo dicho: “Era mucho mejor volar que torear”.

Entre tantos actores, artistas y cantaores, también el cine dejó su huella en esos parajes conquenses. Cabe decir que también la finca de Villa Paz, en la que se criaban los toros de Luis Miguel Dominguín, hierro vendido en 1983 a los ganaderos albaceteños Daniel Ruiz y Montañés, fue el escenario del rodaje de la película Sangre en el ruedo, estrenada en 1969, que tenía como principales protagonistas al torero Ángel Teruel (casado con Lidia Dominguín), Cristina Galbó, Paco Rabal, Alberto Closas y José Bódalo, entre otros conocidos actores. En las imágenes se recrea la casa de Villa Paz y la finca en general, con sus reses bravas. Ese mismo año apareció en la finca el director de cine francés Bourguignon que iba a rodar el documental The Picasso Summer (El verano de Picasso), con participación de Dominguín, quien preparó otra fiesta taurina con la presencia de actores como Yul Brynner, Robert Mitchum y Charles Bronson, que estaban trabajando en el rodaje de Villa cabalga, además de Audrey, Hepburn o Truman Capote, entre una larga lista de famosos.

Sofía Loren, asidua visitante en la finca saeliceña, en 1956. / El Ruedo

Ahí están las imágenes del No-Do con Sofía Loren y Luis Miguel toreando al alimón en Villa Paz o con Ava Gadner también manejando el capote; con La Polaca y Salomé a la que invitó a torear antes de ir a Eurovisión, o el famoso barman Pedro Chicote, y cómo no el marqués de Villaverde, presente en todos los saraos de aquella época.

Además, bastante gente de Saelices llegó a trabajar en Villa Paz. Es justo destacar que muchos saeliceños trabajaron en la finca, “entre ellos Vicente Brande el abuelo de mi mujer”, apunta Jose Vicente Ávila, “a quien Picasso le hizo un retrato que tiene Lucia Bosé en su poder”. El abuelo era muy querido por la familia y allí llevaba a la finca a sus nietos Gonzalo, Eladio e Isabel, para jugar con el niño Miguel Bosé. Varias cuadrillas de Saelices se emplearon en la finca, bajo la dirección de Anselmo Serrallet o El Trinca, muy amigo de Dominguín, sin olvidarnos de Reme, la tata. Por cierto, los Dominguines llevaron algunos años la plaza de toros de Cuenca como empresarios y los novillos de Luis Miguel aquí se lidiaron.

Ya en la década de los 70 la finca fue vendida a un ganadero de ovejas, que había heredado una fortuna, y ahí está como una explotación agrícola llena de recuerdos y el sueño de Miguel Bosé de poder recuperar aquella tierra de su niñez y mocedad.

 
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