Sociedad
HISTORIAS ANTIGUAS DE ÁLAVA

La explosión de la pirotécnica de la calle de las Escuelas de 1881

Los Aguirre y sus sucesores, los Cerrajería, fueron afamados pirotécnicos de la ciudad

En primer plano tapia de la huerta perteneciente a la pirotecnia / Cola y Goiti

Vitoria

Sebastián Canuto Aguirre Oruna fue bautizado el 20 de enero de 1776, en la vitoriana parroquia de San Vicente, y contrajo matrimonio con Feliciana Olalde Eizmendi el 25 de febrero de 1813.

Canuto fue una persona con capacidad para realizar varias actividades diferentes: fue maestro carpintero y a partir de 1806, por concesión del Ayuntamiento, regentó un teatro durante varios años en “El Campillo”. También fue nombrado guarda-almacenero del local en que se depositaron los cañones donados por Wellington tras la batalla de Vitoria, siendo el encargado de hacer las salvas y otras exhibiciones con ellos en festividades señaladas.

Una información del periódico local El Anunciador Vitoriano señala que fue en 1802 cuando inició un negocio como pirotécnico. Fue, sin duda, la profesión más importante de su vida durante muchos años se encargó de ofrecer en Vitoria la quema de fuegos artificiales en diversos festejos.

EVENTOS DESTACADOS

El 6 de octubre de 1819 pasó por Vitoria la princesa María Josefa Amalia de Sajonia, que realizó una parada en su desplazamiento desde Desdre -Alemania- hasta Madrid donde iba para contraer matrimonio con Fernando VII.

Con tal motivo se desarrollaron en nuestra ciudad unos festejos que duraron tres días y en los que se incluyeron los fuegos artificiales. Así lo cuenta Eulogio Serdán: “A las nueve comenzaron los fuegos que S. M. presenció desde su mirador, porque, la verdad, fueron muy buenos y sus artífices. D. Canuto de Aguirre y José Alonso complacieron a los espectadores.”

A finales de octubre de 1846, pasaron por Vitoria, en su viaje desde Madrid a París, Antonio de Orleans, Duque de Montpensier, y la princesa Luisa Fernanda de Borbón, que habían contraído matrimonio en Madrid el día 10 de ese mes.

En Vitoria se agasajó a los ilustres viajeros con un variado programa de actos entre los cuales figuraba la quema de fuegos artificiales. En esta ocasión Canuto contó con la colaboración de uno de sus hijos. El periódico “Diario Constitucional de Palma de Mallorca”, se refiere a ello de esta forma: “La plaza de Palacio estaba vistosamente iluminada; la concurrencia en aquel punto, no obstante el lodo del piso, era tan inmensa que rayaba en lo imposible el dar un paso. Los fuegos artificiales que se quemaron fueron de tan exquisito gusto, particularmente una cascada de bastante elevación en cuyo centro se leía: “la M.N.L. provincia de Álava y la ciudad de Vitoria a SS. AA. RR” , que el que la había construido, que es un joven de esta ciudad, hijo del afamado polvorista D. Canuto de Aguirre, obtuvo la satisfacción de que por S. A. el duque de Montpensier le fuese regalado un alfiler de diamantes.”

En agosto de 1851 se inauguró la nueva plaza de toros de Vitoria, situada junto al Resbaladero, que sustituía al recinto de la Plaza Nueva, donde hasta entonces se habían celebrado los espectáculos taurinos. Hubo corridas los días 5, 6, 7 y 8 y dos noches se quemaron fuegos artificiales elaborados por los pirotécnicos vitorianos Canuto Aguirre e hijo.

José Cola y Goiti nos cuenta un suceso relacionado con la pirotecnia en su obra “La Ciudad de Vitoria”. Escribe que el 20 de enero de 1856 la torre de la iglesia de Santa María “fabricada en el siglo XVII, fue incendiada por un cohete en ocasión de celebrarse el Te-Deum, en acción de gracias por haber cesado la epidemia de cólera que nos invadió en el año anterior”. Sofocar el incendio costó tres días y los cohetes utilizados en el evento procedían de la pirotecnia de Aguirre.

 JOAQUIN AGUIRRE

Canuto falleció en 1869 a la edad de 74 años. Tuvo siete hijos y uno de ellos, bautizado el 11 de mayo de 1821, fue registrado con varios nombres como si de un noble se tratara, inscribiéndolo como Antonio, Ramón, Joaquín, Mamerto; si bien fue conocido como Joaquín. Fue él quien compartió con su padre la dirección de la fábrica y continuó con la pirotecnia tras su fallecimiento.

El taller, la casa y la huerta la tenían en la calle de Las Escuelas, a donde daba la fachada principal del edificio que hacía esquina con el Cantón de Santa Ana. Se había construido sobre un solar, que en principio se quería haber dedicado a levantar un colegio por los jesuitas de San Fernando.

A la derecha de las fotos, lugar donde estuvo la pirotecnia / S. Arina - AMVG-1956 e I:A.-2019

Joaquín tuvo su protagonismo en un evento religioso muy importante para Gasteiz. El 28 de abril de 1862 se efectuó la ceremonia de proclamación como Catedral de la colegiata de Santa María de Vitoria. Entre los actos desarrollados no faltaron los espectáculos pirotécnicos. El periódico “La España” de Madrid informaba sobre ello de esta forma: “Los fuegos artificiales que acaban de quemarse en la Plaza Nueva, han correspondido a la justa fama del célebre hijo de Canuto, don Joaquín de Aguirre, y S. E. I. ha debido quedar admirado de la habilidad y exquisito gusto de este distinguido pirotécnico, que ha recibido su educación artística en Francia bajo la dirección de los mejores maestros, y cuyos trabajos es lástima que no conozcan Vds. en la corte, porque seguramente les sorprenderían” . Aguirre ofreció más de diez números de fuegos de aire diferentes y otros trece de plantones en tierra.

Al día siguiente, el 29 de abril de 1862, se celebró la recepción y toma de posesión del primer obispo de la Diócesis Vascongada, con sede en Vitoria, Diego Mariano Alguacil Rodríguez, y se repitió el espectáculo pirotécnico. El mismo periódico decía al respecto lo siguiente: “Los fuegos artificiales que se quemaron anoche eran más vistosos y nuevos todavía que los de la anterior: la Plaza Nueva estaba completamente llena de gente, y solo veíamos un mar de cabezas.”

Los días 2, 3 y 5 de septiembre de 1880 se ofrecieron en Vitoria sendas corridas de toros con motivo de la inauguración de la segunda plaza de toros de la ciudad. Dos sesiones de fuegos artificiales (días 3 y 5) fueron ofrecidas por Joaquín Aguirre, al igual que lo había hecho su padre en 1850 al inaugurarse la anterior plaza.

Hasta finales de los años 70 del siglo XIX encontramos numerosas referencias que se hacen en los periódicos a la quema de fuegos artificiales de Aguirre durante las fiestas de Vitoria. Tenemos el dato de los honorarios que cobró al Ayuntamiento de Vitoria por los fuegos y cohetes disparados en las fiestas de septiembre de 1880: la factura ascendió a 2680 pesetas.

También vendía sus productos en otras ciudades del Estado. Como ejemplo ponemos a Burgos donde el día de San Pedro, en julio de 1880, se ensalza su pirotecnia: “Lo que agradó sobre manera fueron los fuegos que por la noche se quemaron bajo la dirección del pirotécnico D. Joaquín Aguirre.” Otro ejemplo lo tenemos en Bizkaia en 1879, del que se escribe lo siguiente: “Según cálculo prudencial de varias personas, en el insigne Santuario de Urquiola hubo el día de San Antonio una asistencia de siete a ocho mil personas. Los fuegos que se quemaron fueron elaborados por el acreditado pirotécnico de Vitoria, Don Joaquín Aguirre.”

EXPLOSIÓN DE LA PIROTÉCNIA

Hoy sería inconcebible que una pirotecnia se instalara en pleno casco urbano, como ocurría con la que tenían los Aguirre en la calle de las Escuelas; un peligroso emplazamiento en caso de accidente por la materia con la que se trabajaba.

Es lo que ocurrió el 8 de abril de 1881. Se produjo una explosión en las instalaciones que pudo tener unas terribles consecuencias por la cercanía de una escuela situada al otro lado del Cantón de Santa Ana, frente a la pirotecnia. Ocurrió, además, en horario escolar.

Nos ha parecido lo más apropiado para referirnos a lo ocurrido, ofrecer íntegramente la crónica que al respecto publicó el Anunciador Vitoriano: “El sábado último a las tres de la tarde, una gran explosión, que puso en alarma toda la ciudad, destruyó completamente la casa del conocido pirotécnico D. Joaquín Aguirre, sita en la calle de Las Escuelas. El siniestro fue ocasionado por haberse inflamado un cohete que se estaba atacando, el cual incendió instantáneamente unas 300 docenas de ellos que el Sr. Aguirre tenía dispuestos para remitir a Bilbao, con destino a quemarse en las fiestas que en la invicta villa han de celebrarse el próximo 2 de Mayo.

Las autoridades todas, fuerzas de la guarnición y de la Comandancia de la Guardia Civil, brigadas de bomberos y la bomba de la estación del ferro-carril, acudieron inmediatamente al lugar del siniestro, trabajando sin descanso para sofocar el incendio, que quedó totalmente extinguido a las cinco y media de la misma tarde; habiendo sacado de un depósito, que había en la parte norte de la casa, varios cajones que contenían materias explosivas y cinco barriles de pólvora que de haberse incendiado hubieran proporcionado un día de luto a Vitoria.

El Sr. Aguirre, que había quedado suspendido entre dos cuartones, fue sacado con quemaduras en bastante mal estado. El enfermo, cuyo restablecimiento ansiamos de todas veras, continuaba ayer bastante aliviado.

Además, resultaron con heridas más o menos graves tres mujeres y dos niños, los que se encontraban en sitios inmediatos al que tuvo lugar la catástrofe.

Todos los operarios se salvaron, merced a que fueron avisados a tiempo por su principal.

Tampoco en las escuelas públicas de niñas y párvulos, cuyo edificio sólo separa el cantón, y en el cual había como unas quinientas personas, hubo que lamentar afortunadamente ninguna desgracia: si, es cierto que se desmayaron varias, y que el susto consiguiente conmovió a todos al principio, de tal modo, que no puede ni pintarse el cuadro verdaderamente desgarrador que ofrecían centenares de ángeles asidos unos a otros y estrujando a sus respetables profesoras que, conmovidas ante tanto lamento, apenas podían contener a los que instintivamente abandonaban las salas, buscando un seguro refugio y acaso no hubieran logrado sus deseos las maestras, si varios hombres, no les hubieran prestado su ayuda haciendo que ordenadamente verificasen la salida por la escuela de párvulos, que es la que menos peligro podía ofrecer.”

Joaquín Aguirre, desde la cama del hospital donde había ingresado, envió un carta al periódico dando las gracias a quienes le auxiliaron tras la explosión. Decía lo siguiente: “Faltaría a un deber de gratitud y de reconocimiento, si de todo corazón no diera las más expresivas gracias a las innumerables personas que se han interesado en mi desgracia, ocurrida el sábado último, haciendo especial mención de mi queridísimo amigo D. Cecilio Egaña y del sargento de la Guardia civil D. Narciso Diez, que con peligro de sus vidas no perdonaron medios para librarme de una muerte segura, enterrado entre escombros, como me hallaba; y repito mi más profundo agradecimiento en nombre de toda mi familia.”

El herido no pudo recuperarse de las gravísimas quemaduras y falleció el día 16 de abril de 1881, ocho días después de la explosión.

Esquela segundo aniversario / El Anunciador Vitoriano / 1883

En el primer aniversario de su fallecimiento se recordaba en la prensa que era Caballero de la Real Orden de Isabel la Católica y que había sido un distinguido carlista: “Hoy que más que nunca trabaja el carlismo por anonadar al elemento liberal en estas provincias, séanos dado tributar un recuerdo y una lágrima a la memoria de uno de los más esforzados campeones de la santa causa de la libertad, del malogrado Aguirre, modelo de amigos y de caballeros, cuya falta será por mucho tiempo sentida en esta ciudad, a la que tantos servicios prestó como uno de sus hijos más entusiastas.”

SU VIUDA

Patricia Cerrajería Pérez de Nanclares, viuda del pirotécnico, rápidamente cogió las riendas de la industria y, en mayo de 1881, publicó unos anuncios en la prensa en los que se especificaba que había tomado el relevo en el taller y se encargaba de hacer “toda clase de cohetes, bombas, luces de Bengala y toda clase de fuegos artificiales, siempre que los pedidos se hagan anticipadamente, los que se construirán con el esmero y gusto que lo hacía su finado esposo. Los que deseen favorecerle con sus encargos pueden dirigirse a la misma que vive en la calle de la Cuchillería, número 19, Piso 2º Vitoria.”

En mayo de 1882 se puso a la venta el solar de la calle Las Escuelas, procedente de lo que fue casa, talleres de la pirotecnia, huerta y patio.

Calle de las Escuelas / E. Guinea / Archivo Municipal / 1930

El 3 de agosto de 1881 Patricia solicitó al Ayuntamiento que le vendiera un terreno de 700 metros cuadrados y de propiedad municipal que estaba situado en el “Campo de Arriaga”, cerca del cementerio, con el fin de construir unos nuevos talleres de pirotecnia. Solicitó también otros 330 metros para un camino de acceso. El expediente fue resuelto con gran rapidez y el día 6 se le comunicaba la aprobación de la venta por la que tuvo que abonar 125 pesetas,

Leemos en la prensa local de entonces que en marzo de 1882 Patricia Cerrajería ya disponía del nuevo taller en el Campo de Arriaga. Se puso al frente de el mismo su hermano Ignacio Cerrajería, que había adquirido los conocimientos necesarios “del prestigioso pirotécnico, Mr. Barinot”, de Burdeos.

Lugar donde estuvo la pirotécnia en Arriaga / rchivo Municipal / 1965

En junio de 1882 Patricia se asoció con José Aleyxandre, experimentado pirotécnico de la Casa Real y residente en Madrid. A partir de esa fecha ambos figuran en los programas de fiestas como empresa que ofrece los fuegos artificiales.

En septiembre de 1890 la prensa se hizo eco de unas espectaculares novedades de fuegos artificiales que la empresa Cerrajería ofreció en el parque de La Florida con motivo de las “grandes carreras de velocípedos”, presentando una Torre Eiffel de diez metros de altura con lanzas de vivos colores y multitud de focos luminosos, y el “submarino Peral”, que representaba al primer sumergible propulsado con energía eléctrica.

LOS SUCESORES

Hilario Cerrajería fue quien sucedió a Patricia en el negocio. Sensacional fue la sesión ofrecida el 8 de agosto de 1904 en la que la plaza de la Virgen Blanca presentaba una asistencia de público equiparable a la que hay en actuales descensos de Celedón: “La antigua casa de Canuto tiene fama bien sólida en todo el país, e Hilario Cerrajería,sucesor inolvidable de Aguirre, dio anoche una nueva prueba del adelanto de esa industria y de que su casa puede competir con las mejores nacionales.

Los fuegos fueron muchos, muy variados y muy bonitos, por sus reflejos de luz y artísticas combinaciones y los presenció un público imponente, que ocupaba por completo la plaza de la Virgen Blanca, parte de las calles Postas y Constitución, Herrería, Zapatería y Correría, toda la escalera de San Miguel, calle del Prado y Plaza del General Loma hasta el Casino.”

Tras el fallecimiento de Hilario, en abril de 1908, se hicieron cargo del negocio su viuda, Patricia Zarrauz, y su hijo Casimiro Cerrajería, quien era a su vez sobrino de Patricia.

Anunciador Vitoriano y Fundación Sancho El Sabio

En aquellos años, la fábrica vendía miles y miles de cohetes y bombas y despachaba por término medio veinticinco sesiones anuales de fuegos de artificio, en su mayor parte para las capitales y poblaciones más importantes del norte de España.

A partir de 1918 Florencio Polidura tomaría el relevo en el taller, como sucesor de los Cerrajería, y sería quien ofrecería los fuegos artificiales en las fiestas vitorianas principalmente en “La Cuesta” y en la calle San Francisco, y también en otros eventos.

A partir de la primera década del siglo XX, Policarpo Martínez de Lecea, otro pirotécnico alavés, presentaría también fuegos artificiales en nuestra ciudad, alternando varios años con Polidura.

DEDICATORIA

Donde estuvo la pirotecnia de la calle de las Escuelas, actualmente existe un bloque de viviendas en el cual vivió hasta su fallecimiento Miren Epelde Gabiña, persona a la que tenía gran aprecio. Por su parte, allí tiene actualmente su domicilio Irati García Baztarrika, que me sugirió escribir sobre otro local de esa calle. Al investigar sobre lo sugerido, me encontré casualmente con una pista, que me llevó a la mencionada pirotecnia de los Aguirre. A ellas va dedicado este artículo.

(1) Fotografía del libro “La Ciudad de Vitoria” de José Cola y Goiti, publicado en 1889, e impreso en la tipografía e imprenta de Viuda e Hijos de Iturbe de Vitoria.

La imagen no fue impresa directamente en la imprenta. En el libro se reservó un cuadro en blanco donde se pegó la foto, que fue obtenida por positivado en papel albumina.

La albúmina se obtenía a partir de claras de huevo, con la que se impregnaba el papel de muy poco espesor, el cual una vez secado se sensibilizaba con un baño que incluía la plata.

Sobre el papel se colocaba el negativo, que generalmente era una placa de vidrio, a fin de obtener un positivo de contacto. La exposición se realizaba directamente con la luz solar, durante varios minutos. Para procesar el positivo, este se lavaba, se fijaba y se viraba.

A pesar de haber transcurrido 130 años, como se puede observar, el positivo se encuentra en buenas condiciones.

 
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