La boca del alcalde de Valladolid

León

Cayendo como está cayendo la noche sobre la democracia española y algunos políticos, como el actual alcalde de Valladolid, se dedican a pisar charcos tan estériles como hacer de esta ciudad la capital del mundo. Su pequeño mundo.

Mal que le pese, Oscar Puente, padece los mismos problemas de incontinencia verbal que su predecesor en el cargo, Javier León de la Riva. Ambos mantienen un discurso idéntico respecto al papel de preponderancia política, dentro de la Comunidad, y que ellos desean darle a la ciudad del Pisuerga.

Vale que en tiempo de elecciones municipales salgan baratijas de nacionalismo local, pero pasada esa fiebre, es imposible digerir argumentos tan insustanciales políticamente como los que ahora ha vuelto a predicar este munícipe socialista.

Sus palabras son un insulto al sentido común y denotan un total desconocimiento de lo que ocurre más allá del Paseo Zorrilla. En una Comunidad de nueve provincias, descosida a perpetuidad de sentimientos unificadores, despoblándose a cachos, mal gestionada, nadie en su sano juicio puede comprar una mercancía tan averiada.

En León, y no solo entre los nacionalistas locales, Valladolid suena tan lejos como extraña. El centralismo político y administrativo que han promovido los sucesivos gobiernos regionales, aparte de su inoperante, nos discrimina y nos coloca como a ciudadanos de segunda.

Alguien en su partido, o en su casa, debiera ponerle a este alcalde bozal o camisa de fuerza y tratar de evitar, no ya la vergüenza ajena, que también, sino el descrédito político e intelectual que conlleva aguantar sus insostenibles sermones populistas.