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Sociedad | Actualidad
LA FIRMA CON JOSÉ IBARRA 04/05/2020

La peste de Cartagena en 1648

La Algameca, un documento del siglo XVII, la peste, Juan Méndez, una yesería de 1648, una carta y una historia de epidemias, valientes e injusticias. Todo esto en el artículo de hoy de José Ibarra

LA FIRMA CON JOSE IBARRA 04/05/2020

LA FIRMA CON JOSE IBARRA 04/05/2020

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Cartagena

Los vecinos de la Algameca Chica, en su afán por demostrar que su pueblo es muy, muy antiguo, han encontrado en el Archivo Municipal un viejo documento del siglo XVII y me lo han pasado para que le eche un vistazo. Es una delicia para un historiador que caiga en sus manos una pieza como esta. Una breve carta que un ciudadano en problemas, Juan Méndez, eleva a la autoridad local de Cartagena para hacer una petición. Corría el año 1648 y la peste causaba estragos. Eran tiempos de epidemia, como estos. Pero más, mucho más duros.

1648. PETICION DE JUAN MÉNDEZ, VECINO DE LA CIUDAD DE CARTAGENA AL CONCEJO, PARA QUE SE LE DE UNA TAHÚLLA DE TIERRA EN LA ALGAMECA.

1648. PETICION DE JUAN MÉNDEZ, VECINO DE LA CIUDAD DE CARTAGENA AL CONCEJO, PARA QUE SE LE DE UNA TAHÚLLA DE TIERRA EN LA ALGAMECA. / Archivo Municipal Cartagena

He transcrito lo que he podido de él, porque aunque no es demasiado complicado el castellano antiguo del siglo XVII, las termitas o la carcoma o vaya usted a saber qué bicho ha sido, tienen el documento taladrado y algunas palabras son ilegibles. Pero en líneas generales, sí que se entiende lo que el pobre Juan Méndez pedía hace 372 años. Resulta que “dios, nuestro señor” envió un “contaxio” a la ciudad, es decir, la peste de 1648. Y hubo muchos muertos, dicen los historiadores que murió la mitad de una población de 6000 habitantes que tenía Cartagena en aquellos momentos. A los muertos no les quería tocar nadie, y ahí tuvimos a Juan Méndez, que sin saber si él iba a coger la peste o no, se ofreció voluntario para sacar los cadáveres de los difuntos de sus casas, echarlos a un carro y enterrarlos en una fosa. Dice en su carta que él lo perdió todo, porque en compensación le quemaron los enseres y toda su ropa, y se quedaron en estado de indigencia él y su familia. En aquella época en la que no había ERTES para los parados por las pandemias ni los modernos subsidios que cobra hoy la gente que se queda en la calle por una crisis, el pobre Juan Méndez solicitaba que en compensación por los servicios prestados le cedieran una tahúlla de tierra de La Algameca para sacar yeso y así poder salir de pobre. Andado el tiempo, veremos una yesería de La Algameca Chica que aparecerá en los mapas del siglo XIX.

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La pequeña gran historia que contiene el documento que ha caído en mis manos nos habla de muchas cosas que tienen que ver con el presente. Por un lado, los vecinos de La Algameca tienen ya un argumento más para demostrar la antigüedad del poblamiento de ese lugar que ellos quieren defender y otros quieren hacer desaparecer. Y por otro, en estos tiempos del coronavirus es bueno recordar que pandemias ha habido siempre, y que al menos hoy tenemos científicos y sanidad y hospitales y conocimiento para librarnos de ese mal. Uno imagina a aquella pobre gente de hace cuatro siglos sufriendo una epidemia para la que no tenían con qué defenderse, y uno imagina la angustia del pobre Juan Méndez, aquel valiente que enterraba apestados en la Cartagena de 1648, y a mí me ha recordado a esas médicas interinas del presente que se han presentado voluntarias en los hospitales de Madrid para solucionar la pandemia de este año y por todo pago su Consejería de Sanidad las va a despedir porque su trabajo ha acabado ya y ellas no son fijas. El suplicante Juan Méndez y las médicas interinas; la peste de 1648 y el coronavirus de 2020. El valiente del pasado y las heroínas del presente. Y la eternidad de cosas como la ingratitud y la injusticia. Y es que la Historia nos enseña, amigos, que el mundo, después de todo, tampoco ha cambiado tanto.

 
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