Sociedad

El cartagenero que se fue a la Antártida a investigar los orígenes del Universo

El astrofísico Alejandro López Comazzi regresaba hace unas semanas del continente helado, donde ha avanzado en sus invertigaciones sobre los rayos cósmicos, dentro del Proyecto ORCA

Alejandro López durante una de las excursiones en las que recorrió el territorio antártico durante su tiempo libre / Alejandro López

Cartagena

El astrofísico cartagenero, Alejandro López Comazzi, que regresó hace unas semanas de la Antártida para realizar investigaciones sobre los rayos cósmicos, ha estado en 'Hoy por hoy Cartagena', explicando tanto el objeto de sus estudios, como su experiencia en el continente más frío y virgen del planeta.

Entrevista al astrofísico cartagenero, Alejandro López Comazzi

23:36

Compartir

El código iframe se ha copiado en el portapapeles

<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/012RD010000000009760/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>

López es investigador en la Universidad de Alcalá, en la que se encuentra haciendo un doctorado, y también ha trabajado en el Observatorio de Sierra Nevada, donde se convirtió en codescubridor de un asteroide y dos exoplanetas de la estrella Teegarden, una enana roja tan fría que su existencia pasó desapercibida hasta este siglo, pese a que es la 24ª estrella más cercana a nuestro sistema solar. Además son precisamente los dos planetas más similares a la Tierra que se han descubierto hasta la fecha.

En cuanto a los rayos cósmicos, explica, están compuestos en más de un 90% por protones, es decir "átomos de hidrógeno desnudos", aunque también por otros núcleos atómicos y electrones. Se forman en procesos "muy violentos" como pueden ser las explosiones de las supernovas, aunque también en tormentas solares o en la radiación gamma emitida por los agujeros negros.

Estas son partículas con mucha energía, por eso "tienen que proceder de otras galaxias", afirma Alejandro. Su estudio podría revelarnos además mucha información sobre la materia oscura y el origen del universo. De momento ya han ayudado a descubrir varias partículas subatómicas. También influyen en el ciclo del agua de nuestro planeta, concretamente en la formación de nubes, igual que se podrían ver implicados en el misterio científico de por qué la corona solar es más caliente que su núcleo.

También ayudan a predecir fenómenos solares, como eyecciones de masa coronal. que tendrían efectos nocivos en la electrónica y las personas en esos momentos viajen en aviones, que se verían sometidas a una radiación similar a la de varias radiografías consecutivas. Con los rayos cósmicos se pueden predecir estos eventos hasta ocho horas antes, minimizando los daños tanto de la electrónica en satélites y a nivel terrestre.

Trabajando en la 'caja negra', el detector de protones y muones / Alejandro López

En la Antártida, López Comazzi participa en el Proyecto ORCA (Observatorio de Rayos Cósmicos Antárticos), gracias al detector fijo que tienen durante todo el año y que se dedica a monitorizar tanto los neutrones como los muones. Los rayos cósmicos, al llegar a la Tierra, generan interacciones con varias partículas de la alta atmósfera, provocando una reacción en cadena que es la que resulta medible desde la tierra.

La Base Antártica Juan Carlos I, en la que estuvo cerca de un mes y situada en la Isla Livingston, es la principal de las dos bases españolas en el continente austral. La estancia en la base es agradable, tanto que "pierdes la sensación de estar en un territorio inhóspito". Por suerte, fue reformada hace unos años, ya que antes los baños estaban fuera y había que salir de la base para cubrir sus necesidades fisiológicas, y por eso "había gente que aguantaba todo lo que podía", indica divertido Alejandro.

En cuanto a su etapa en la Antártida reconoce que fue "un asombro constante, no había día en la que algo no me sorprendiera". Destaca también la relación con el resto de compañeros, "que están en tu situación, tambíén son investigadores y a la vez tratan de vivir la experiencia".

Su plan estrella para el tiempo libre era hacer excursiones por las zonas cercanas a la base, lo que le permitió ver de cerca la fauna antártica. Pudo observar de cerca pingüinos como los barbijos y los papúas, que apenas se inquietaban por la presencia humana. Los que sí lo hacían eran los leones marinos, de los que destaca tanto su tamaño como agresividad. También pudo ver focas e incluso alguna ballena blanca.

El frío era "soportable", con temperaturas que rondaban los 0ºC, ya que en el hemisferio sur era verano, aunque reconoce que según se iba acercando la primavera las temperaturas iban bajando. También le ha sorprendido mucho el cielo antártico, pese a dedicarse a la astronomía y estar acostumbrado a ver cielos muy despejados en su etapa en el obervatorio. Como dato curioso, tanto las constelaciones como la Luna, se ven al revés de lo que estamos acostumbrados en el hemisferio norte.

Se libró de los problemas causados por el coronavirus "por unas pocas horas", ya que los vuelos de vuelta a España desde Punta Arenas (Chile) empezaron a sufrir retrasos. La ida a la Antártida la hizo desde Ushuaia (Argentina), a bordo del Hespérides, en un trayecto de unos pocos días. Lo más destacado, al margen del "buen trato" de los militares hacia los científicos, fueron los dos pasos por el Mar de Hoces, conocido en el mundo anglosajón como Paso de Drake, cuyas aguas están consideradas las más tormentosas del planeta. La ida fue excepcionalmente tranquila, hasta el punto de sorprender a los propios marineros, mientras que a la vuelta no pudo evitar los mareos.

En definitiva, Alejandro López ha podido vivir una fantástica experiencia, tanto a nivel personal como profesional, que, si el coronavirus lo permite, repetirá durante uno o dos años más, para seguir recogiendo datos sobre los rayos cósmicos y contirubyendo a desentrañar algunos de los grandes misterios del Universo.

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00