Historia
LA FIRMA CON MAR CASAS 04/06/2020

La grúa Sansón

Un litigio resuelto con elegancia entre caballeros; un almirante y un director de museo

Mar Casas. / Mar Casas

Cartagena

LA GRÚA SANSÓN

Cuando en 1993 Iván Negueruela vino a Cartagena, se estrenó como Director del Museo Nacional de Arqueología Subacuática, ARQUA, situado entonces junto al Faro de Navidad. En la infame carretera que unía el museo con la ciudad, de vez en cuando tropezaba con trabajos de desguace. Una mañana detuvo su coche para ver el desarme de una inmensa estructura en El Espalmador, y tanto llamó su atención que hizo averiguaciones sobre aquella grúa, en unos años en los que no existía internet.

Se llamada Sansón, había llegado a Cartagena en 1929, y era una de las pocas estructuras flotantes que quedaban en España. A Negueruela le pareció terrible que la armada se desentendiera de una pieza del patrimonio industrial tan valiosa y decidió dirigir una carta al Almirante del Arsenal, Emilio Laencina Macavich, alertándole del inoportuno desguace. Aunque la autoridad militar no le respondió.

Nuestro quijotesco Iván Negueruela (siempre en su línea) decidió exponer el caso en el Ayuntamiento y alguien filtró la queja al desaparecido Diario 16.

Al día siguiente al almirante se le debió indigestar el siguiente titular: ’El director del Museo se enfrenta a la Armada por el desguace de la grúa Sansón’ y, airado, redactó un tarjetón que envió con un soldado al director del Museo. Según me explicaba Iván Negueruela, la misiva olía a cuerno quemado: “que si era inadmisible la injerencia de funcionarios civiles en los ámbitos de la estricta competencia de La Armada…, que si dedíquese a su museo…, que si tendrán conocimiento cumplido sus superiores…”

Me sonreí escuchando la anécdota e imaginé (permítanme la ironía), la solución del litigio siglos atrás, en campo abierto con florete o con pistola (práctica que trajeron los cartagineses a la Península Ibérica, y prohibieron los Reyes Católicos, aunque los duelos con arma continuaron en España).

Sin embargo, entre caballeros del siglo XX, la afrenta se resolvió con la pluma y no con la espada, y el director del Museo respondió con otra carta: Además de ponerse a su disposición y repudiar las filtraciones a la prensa, le expresó su respeto por la Armada, y justificó su postura por el bien común y la protección del Patrimonio español, a sabiendas de que la autoridad militar cumplía de igual modo desde su cargo.

No tardó el almirante del arsenal en responderle y lo hizo como un señor: el contenido, noble y cortés, daba por finalizado el incidente. Comprendía la postura del director del Museo, le daba las gracias por defender el patrimonio español civil o militar.

La Grúa Sansón gozará de un entorno magnífico gracias a un proyecto abanderado por de la Autoridad Portuaria de Cartagena, pero esta buena noticia tendrá su espacio aquí, en próximos días.

Hoy, cuando los “villanos” con derecho a micrófono, se baten a duelo en sus intervenciones, sin elegancia, dando estoques vulgares a diestro y siniestro, quise recordar un litigio resuelto con elegancia entre caballeros; un almirante y un director de Museo.

La Firma con Mar Casas 04/06/2020

03:07

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