Sociedad
LA FIRMA CON NAZARENA BALAGUER 17/06/2020

La cápsula del tiempo

El año pasado, los alumnos del Isaac Peral enterraron una cápsula del tiempo para ser abierta en 2069

Nazarena Balaguer. / Radio Cartagena SER

Cartagena

Se celebraba el cincuentenario del instituto, y en una sencilla caja se encriptaron recuerdos, fotografías, cartas de alumnos que luego fueron famosos, recuerdos de algún estudiante que con los años sería director. Se guardaron documentos, pero también emociones que hibernarán para ser abiertas en una época avanzada que por fuerza debe ser mejor. Tiene que serlo.

Porque de eso se trata, de que el mundo de entonces tenga respuestas a lo que está pasando ahora. Sabemos después de tres meses de confinamiento que la gente ha demostrado altura, los alumnos se las han apañado con las clases telemáticas, los niños más pequeños, encerrados en sus casas con los parques precintados por su seguridad y la nuestra, se han adaptado como unos campeones y quizá hayan madurado, pero sobre todo han dado una lección. Quedan dos meses para la vuelta a clase en unas condiciones que nadie pudo imaginar a primeros de marzo. La educación no da dinero inmediato, como las terrazas y el turismo, pero es inquietante saber que mientras las clases están cerradas empezarán a llegar, más pronto que tarde, aviones con las tripas llenas de turistas de no sabemos dónde, que nos pueden contagiar, porque al bicho, que aquí sigue, ya sabemos que le pone, y mucho, la movilidad, los interiores y las muchedumbres.

Parece incongruente que se abran restaurantes y no las clases presenciales, aunque desde aquí doy las gracias a esas cañas que han relajado tanto a los muy españoles de olla y bandera. Desde que se las toman, no dan el tostón. Nadie te obliga a ir a una terraza a arriesgar tu salud, pero niños, jóvenes y maestros lo estarán, y sin garantías. Porque nunca es importante la educación. Para que el curso próximo tenga las condiciones mínimas de seguridad, harían falta en la Región unos diez mil profesores para doblar turnos, en esta tierra donde la tijera ha recortado servicios básicos a manos de los mismos a los que, con placer masoquista o ignorancia marrullera, la mayoría votará de nuevo. No olviden que son enteramente suyas las competencias en Educación. La semana que viene los niños franceses irán al colegio por unas semanas, en una suerte de ensayo para el próximo curso. La educación, en los países avanzados siempre merece un buen titular. Antes de tirar las mascarillas por la calle y salir en tromba como si no hubiera pasado nada, un mantra repetía una vez y otra que la pandemia nos haría mejores. Ahora, en el bar de Europa, donde los trabajadores de un hotel reciben con palmas y reverencia colonial a los primeros turistas alemanes, nos conformamos con que la enseñanza pública garantice si no calidad, al menos un poco de futuro, para que nuestros hijos no tengan que ser por fuerza kellys o camareros. En Francia está muy claro que el patriotismo es cultural. Nosotros pasamos tanto que ni siquiera el himno tiene letra.

LA FIRMA CON NAZARENA BALAGUER 17/06/2020

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