María Isidra Quintina, la primera académica en la España ilustrada

Córdoba

En el ábside de la capilla mayor de la iglesia de Santa Marina hay una lápida coronada por un birrete doctoral en la que se puede leer la siguiente inscripción:

«Aquí yace el cadáver de la Excma. Señora Doña María Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda, marquesa de Guadalcázar e Hinojares, Grande de España, Dama de la Reina nuestra señora y de su Real Orden, Doctora en Filosofía y Letras Humanas, Catedrática honoraria y Conciliaría perpetua de la Universidad de Alcalá, Académica honoraría de la Real Española.... Murió en 5 de marzo de 1803 a los 35 años, 4 mes y cuatro días»

En Hoy por Hoy, nos ha contado su historia Manuel García Parody.

María Isidra Quintina, nacida en Madrid el 31 de octubre de 1767. Era hija de don Diego Guzmán y Fernández de Córdoba, marqués de Montealegre y hombre de confianza del rey Carlos III, y de doña María Isidra de la Cerda, condesa de Paredes.

Gracias a sus dotes intelectuales desde una edad temprana tuvo una educación excepcional. Y fue la elegida por Carlos III, gracias al contacto con su padre, para representar un perfil de mujer culta que emergía en la Ilustración, aunque "a la española", explica Manuel García Parody. Es decir, elevada pero destinada al casamiento y a una vida tradicional y secundaria. 

El 2 de noviembre de 1784 fue aceptada como académica de honor en la Real Academia de la Lengua. 

En junio de 1785 por insistencia del padre de María Isidra e intercesión del rey, fue doctorada en la universidad de Alcalá de Henares con “el honor y el decoro que le corresponden”, al tratarse de una mujer. Un evento que fue, como era tradicional, multitudinario. Su tesis versó sobre 'De animas', de Aristóteles.

Su ceremonia incluyó a siete doctores que formularon cuestiones sobre Filosofía y Teología, Mitología y Ciencias que ella respondió en latín, griego, francés, italiano y español entre los aplausos de los asistentes. A su término los examinadores le otorgaron la máxima calificación de apto “cum laude”.

Entró en distintos espacios culturales, pero la revolución francesa y el miedo de la monarquía a esas revueltas llevó a María Isidra en 1789 a contraer matrimonio con don Rafael Alfonso de Sousa, marqués de Guadalcázar y de Hinojares y Grande de España. Se vino a vivir a Córdoba en el palacio que su esposo poseía cerca de la Puerta del Rincón. Tuvo cuatro hijos, con el consiguiente debilitamiento de su salud. El 5 de marzo de 1803 murió en Córdoba, cuando aún no había cumplido los 36 años.