Alfonso Guerra agradece haber nacido en Sevilla "la ciudad soñada" de la que ya es hijo predilecto

Sevilla

En una ceremonia marcada por la pandemia del coronavirus, el exvicepresidente del gobierno Alfonso Guerra ha recogido el título de hijo predilecto de Sevilla y después ha agradecido la distinción en nombre de todas las personas e instituciones reconocidas este miércoles por la ciudad, a las que une, según ha dicho Guerra, su dedicación y "horas infinitas" a embellecer y transformar Sevilla.

"Tuve la fortuna de participar en el reeencuentro de los sevillanos con su río hasta entonces oculto, casi olvidado por muros de separacion que fueron abatidos. Tuve la suerte de participar en la preparacion de una magna exposición universal, de impulsar un tren de alta velocidad y algunas otras tareas menores", ha recordado Alfonso Guerra sobre los trabajos previos a la Expo 92.

En un discurso plagado de citas literarias y de emoción, el exvicepresidente del gobierno ha agradecido haber nacido en Sevilla, "la ciudad soñada sobre cimientos literarios o pictóricos pero que una vez vivida, supera todo lo imaginado".

Y en Sevilla, "un sueño atravesado por un río", Alfonso Guerra se ha recordado como el niño de la puerta de la Carne que jugaba en los jardines de Murillo después de las clases. El undécimo hijo de una familia humilde que logró ser el primero en estudiar bachillerato y al que hoy se le hacía difícil asumir que es hijo predilecto de Sevilla.

Una distinción que, a su juicio, reconoce su dedicación a la ciudad. En Sevilla se inició en la política, en la que "a veces vencí, y a veces salí derrotado", pero que le permitió presentarse ante sus conciudadanos "hasta en once ocasiones  y ser apoyado para representarles durante 37 años en el santuario de la soberanía popular".  Un periodo, dice Guerra, en el que se ha esforzado en "mostrar mi patriotismo de país y de ciudad".

En su discurso de agradicimiento, el político también ha reivindicado la transición democrática que pilotó su generación, y sobre la pandemia del coronavirus nos pide fijarnos en la gente que sufre, "la muerte en soledad es una condena demasiado cruel",  y advierte: la epidemia pasará pero queda "la amenaza del paro que roba la dignidad del hombre".