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Viña Corrales: ha nacido una estrella

El fino elaborado por Peter Sisseck acaba de nacer. La criatura jerezana más esperada ha sido bautizada, pero pocos serán los elegidos que puedan conocerla. Sólo 500 botellas. Puro minimalismo enológico. Menos es más.

Carlos del Río, Peter Sisseck y los hijos del primero, en la pasada vendimia / A Copa Llena

Jerez de la Frontera

Sin bombo ni platillo. Sin querer epatar con alharacas, ni subirse a sofisticadas y glamurosas nubes. Peter Sisseck y Carlos del Rio, han actuado con decidida sencillez. La fina y ansiada recién nacida se ha bautizado con el nombre de la viña de donde procede la uva: Viña Corrales. Sin más, porque la tierra manda. Y el padrino de la nueva criatura -la bodega, para entendernos- lleva simplemente el nombre de la calle donde se encuentra situada: San Francisco Javier, Barrio de Santiago. Y añado: 96 Puntos Parker. (No ha hecho más que nacer esta estrella y ya está en el firmamento de los elegidos por la más prestigiosa e influyente guía de vinos de todo el mundo. The Wine Advocate).

Creo que a Peter no le entusiasmaba mucho la palabra “corrales”, porque esa doble erre es difícil de pronunciar para un danés, pero así se llama la viña y él siempre se rinde ante el poderío de la tierra. Y así reza en el azulejo de la fachada de lo que habría sido casa de viñas y lagar de la propiedad, situada –como siempre- en el punto más alto de la colina y rodeada de viñedos. Podemos leer: “Viña Corrales. Balbaina-Alta. 1962”. Por circunstancias burocráticas se ha suprimido la palabra Alta en el “traje” con el que se viste la nueva estrella, pero sí se ha añadido un detalle que a Peter Sisseck le gusta. Se trata de la inclusión tras Bodega San Francisco Javier, la coletilla flamenca “Barrio de Santiago”. Le gusta el buen cante.

Perspectiva desde el cerro donde está Viña Corrales / A Copa Llena

Desde finales del 2017 persigo literalmente a Peter Sisseck y a Carlos del Rio, padre e hijo. Los tres, sobre todo los dos primeros, llevan muchos años trabajando juntos en Hacienda Monasterio (Ribera del Duero), bodega de la que Carlos del Rio es parte de la propiedad y Peter Sisseck director técnico. Tuve el privilegio de desvelar la noticia de este proyecto jerezano que ahora ve la luz en noviembre de ese mismo año (2017). Acababan de adquirir una pequeña bodega en la calle San Francisco Javier a Juan Piñero, empresario sanluqueño convertido desde hacía algunos años a bodeguero. En ese pequeño casco bodeguero se educaba el fino Camborio dirigido por el maestro Ramiro Ibáñez, que había seleccionado unas 65 botas excepcionales de las más de 400 que vivían en la bodega. Todas de fino. Porque el fino de Jerez es el ”mejor vino blanco de España”, me decía siempre Peter desde que llegó a España a principios de los años 90…

Un año después volví a la bodega de la calle San Francisco Javier, todavía sin nombre ni apellido pero ya se notaba la presencia de los nuevos propietarios. Por ejemplo, varias botas ya señaladas con PS (Peter Sisseck, claro). Había cambios, más allá de los que corresponden a una muy notoria puesta a punto estética. Por los interiores de las botas de criaderas y solera del hasta entonces Camborio, corría sangre nueva procedente de las 8 hectáreas de Viña Corrales. Tras la compra de la bodega adquirieron 8 en Balbaína y 2 en Macharnudo. Fui a la primera, Viña Corrales, precioso viñedo a cota considerablemente alta para el marco, 92 metros (la mayor es de 136), albarizas deslumbrantes, perspectivas impresionantes, viñedos de más de 30 años, no son muchos, la verdad, pero en Jerez, no es fácil encontrar cepas viejas. (Parece un oxímoron pero en esta ciudad tan amante de la tradición, al viñedo viejo no se le tenía el menor respeto y en cuanto empezaba a bajar su capacidad reproductora, se arrancaba y se sustituía por uno joven). Las cosas van cambiando, felizmente.

Botella del recién nacido Viña Corrales / A Copa Llena

Las 8 hectáreas de Viña Corrales se empezaron a cultivar estrictamente en ecológico y ya han vivido tres vendimias. Ninguna fácil. Esta última del 2020 muy difícil, pero se ha conseguido salvar de la botrytis (hongo) que empezó a campar por sus fueros por los viñedos más cercanos al mar, tras unos días de intensas nieblas consecuencias del viento de poniente y la escasez de vientos de levante.

Volviendo a la bodega que ahora se llama San Francisco Javier, hay que señalar que fue creada por Angel Zamorano, personaje serio y elegante, empresario de mucho predicamento en la ciudad, madrileño afincado desde muy joven en Jerez. Entre sus varios negocios, la cría de caballos árabes. Zamorano adquirió este casco bodeguero en 1974 completamente vacío, sin botas ni vino, nada. Quería convertirse en bodeguero almacenista por gusto y amor al arte. Desde la primera hasta la última gota de vino que ha entrado en esa bodega han sido controladas por él. Buscaba las mejores botas de vino entre las diferentes bodegas y tonelerías de la zona. Envinadas pero vacías. Él mismo me enseña algunas de las facturas de aquellos años. 120.000 pesetas por unas botas adquiridas a la antigua bodega Cuvillo, de El Puerto de Santa María. Cifra importante ya en aquellos tiempos. Compraba asimismo vinos en sobretablas de los mejores viñedos y los criaba él, como si fueran caballos pura sangre. Luego los vendía a las bodegas clientes. Nunca tuvo marca propia. Siempre fue un almacenista.

Tras 37 años de impecable gestión como almacenista, llegaron tiempos más difíciles y las bodegas grandes no necesitaban vino. No había clientes. Antes de convertirse en marquista, que ya hubiera podido, decidió vender en 2006 la bodega con todas sus existencias. Y la compró Juan Piñero, del que ya hemos hablado al principio. Empresario sanluqueño del ladrillo convertido a bodeguero, que había comprado años antes la marca Camborio, propiedad original de las bodegas Terry, de El Puerto de Santa María -la del famoso brandy Centenario de la malla amarilla, la de la joven rubia galopando por la orilla del mar sobre un caballo cartujano…- . Piñero, con marca por un lado y bodega con buenos finos por otro, decidió sacar al mercado Camborio, un nuevo/viejo y excelente fino que enseguida cautivó a los beatos de adoración del jerez que felizmente empezaban a surgir por España. Un gran fino, sin duda.

Botas marcadas con PS (Peter Sisseck) en la bodega San Francisco Javier / A Copa Llena

Camborio renació como resultado de la gran selección de 65 botas elegidas minuciosamente por Ramiro. Las que tuvieran una personalidad organoléptica, años precisos, vinos intensos y sápidos, casi “cremas” de fino con peculiares toques de cardamomo y fenogreco. Soleras y criaderas que originariamente procedían de muy diferentes viñedos: en la época de Zamorano, principalmente de viñedos de González Byass, Osborne –entonces tenía – y la antigua Domecq. En la época de Piñero, los vinos para el rocío básicamente procedían de pagos sanluqueños como el de Callejuela...

A Peter Sisseck le gusta el hecho diferencial, insistir en el origen, el pago, el viñedo… Y en la materia prima base del nuevo fino Viña Corrales, diríamos que existen “mil leches”, si me permiten la expresión y con todos mis respetos. La pregunta del millón: ¿predominio de la procedencia (vuelta al viñedo) o de la bodega (mezcla de diferentes orígenes)? Dicen que la virtud está en el término medio, en el equilibrio y desde que Sisseck y del Rio adquirieron la bodega, la estrategia es rociar con sangre nueva de una sola procedencia, (Viña Corrales. Balbaina).

El propio Peter me aclara la estrategia: “Viña Corrales se compone de una solera de (74 botas) y cinco criaderas. La quinta y la cuarta son las sobretablas procedentes únicamente de las viñedos de Corrales. La tercera criadera es la que se mezcla las sobretablas y la segunda y primera criaderas la forman las botas de siempre pero rociadas con la tercera criadera. La solera se rocia bota a bota con la primera criadera”

Carlos del Río, Paz Ivison y Carlos del Río Jr, en Viña Corrales en diciembre de 2018 / A Copa Llena

Y las uvas de las 2 hectáreas de la viña que comprasteis en Macharnudo? “Nuestra idea es sacar otro vino en un par de años procedente de este viñedo que se llamará Viña Cruz. De momento solo tenemos una solera con 21 botas. No vamos a sacar ninguna otra marca, Viña Corrales y Viña Cruz. Ni amontillados, somos una bodega de pura crianza biológica, ni selecciones especiales. La idea es que cuando estemos en circunstancias normales, sin las impuestas por el Covid 19, hagamos dos sacas. Una saca de primavera para Viña Corrales y una de otoño para Viña Cruz. Pero este año es posible que hagamos otra saca de otoño para Viña Corrales. Es importante que una solera se mueva y por eso haremos otra saca en estas condiciones especiales en las que estamos viviendo. De viña Cruz, nada de momento”

De Viña Corrales ya salieron las primeras botellas –casi testimoniales- con destino a Dinamarca y Estados Unidos el pasado mes de marzo. Está previsto en el futuro que el 75% de la producción de Viña Corrales y de Viña Cruz, estimada en 10.000 y 6.000 botellas respectivamente, se destine al mercado exterior. Hasta estas fechas ninguna botella había salido al mercado nacional cuya exclusiva la tiene Quim Vilas, de Vilaviniteca y a cuyos almacenes de Barcelona han llegado únicamente 300 botellas de Viña Corrales. “Voy a tener tantos compromisos con mis clientes que no se bien cómo podré repartirlas. Hay muchísima demanda” . Me comenta el propio Quim.

En un principio, Carlos y Peter pensaban arreglar la casa que domina la colina de Viña Corrales y construir en ella la bodega de vivificación, como se hacía antiguamente en el marco (se vinificaba en los lagares de la casa del viñedo). Pero con la adquisición de un par de edificios colindantes a una de las dos naves de la bodega San Francisco Javier, han decidido destinarlos a planta de vinificación y asi tener la crianza y la vinificación en el mismo emplazamiento.

En la bodega recién comprada en noviembre de 2017, Carlos del Río, Peter Sisseck, Ángel Zamoran, fundador de la bodega, y Carlos del Río Jr. / A Copa Llena

Esta su tercera y última vendimia –muy laboriosa pero con muy buen resultado a pesar de ser ecológica y estar más expuesta a hongos y enfermedades- - ha sido vinificada en las instalaciones de la Cooperativa Vitivinícola Albarizas, de Trebujena, a la espera de poder tener a punto la propia bodega de elaboración.

Seguiremos informando.

 
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